Fuera de cualquier crítica sobre lo que sobrevuela o ensombrece la fiesta del Orgullo en Madrid –hipercomercialización, política, cuestiones pendientes o incluso divisiones internas–, sigue siendo una gran fiesta ciudadana, reivindicativa y festiva. Igual la cuestión principal es cómo la vivimos. Para mí, este año fue una experiencia personal muy poderosa por varias razones:
1. Vivir el orgullo de una madre y a la vez de una personita que ni siquiera sabe el significado de las banderas que llevó, pero que sintió la libertad absoluta para ser feliz y repartir abrazos y amor entre todes quienes marchamos a su alrededor, me sigue conmoviendo profundamente horas después y me humedece la mirada mientras escribo estas líneas. El amor incondicional y acogedor es capaz de suavizar el mundo que nos rodea, a pesar de todas las hostilidades. Y esa es un de las principales razones por las que todavía sigo al pie del cañón con It Gets Better España. Tu sonrisa, pequeño, me ha dado energía para resistir mil embistes más. Solo por verte sonreír así otra vez y ver a más peques viviendo un orgullo con sus familias, seguiré marchando todas las veces que haga falta. Por ti y por quien necesite ser libre.
2. Sin saber qué hay en el futuro, es uno de los últimos orgullos que viviré como presidente de It Gets Better España, una de las cosas de las que me siento más orgulloso en mi vida. No porque sea un gran gestor, sino porque he vivido cada segundo amortizando dos tiempos a la vez: el presente, el de ahora, en el que hago y aprendo cosas todos los días; y el pasado, el que no viví en su momento por miedo. Ahora vibro y celebro cada paso que damos, que doy. Porque ese niño pequeño que no pudo sentir orgullo, lo está aprovechando al máximo. Y lo seguirá haciendo…
3. Porque la marcha del año pasado fue sobria y la primera después de lo peor de la pandemia. Y este año, aunque la situación está lejos de ser óptima, había otro espíritu, se respiraba ese aire festivo de reivindicación que el año pasado estaba un poco perdido. Ver esa cantidad de gente en la marcha y en las orillas me dio un subidón como no había sentido en mucho tiempo.
4. Porque la familia crece, se
amplía y se vuelve más diversa. Y nos acompañan personas maravillosas que
repiten o se estrenan, que hacen que todo sea más bonito. Para vosotres, toda
mi admiración y cariño. Sobre todo, mi agradecimiento por hacernos sentir en buena
compañía y seguirnos cada año. Todos vuestros comentarios y el buen rollo llenan de energía el corazón.
5. Porque todavía sigo teniendo razones para marchar y para celebrar, para estar orgulloso. Perdí muchos años de mi vida no sintiéndome así y no estoy dispuesto a volver atrás. Soy maricón y se me llena la boca al decirlo. Ya no me da miedo. No es algo que necesite ocultar o disimular. Hace tiempo elegí vivirlo y disfrutarlo. Es parte de mí y, si me tienes cerca, es algo que inevitablemente se reflejará en ti también. Es parte del pack que va conmigo. Yo, mis colores, mis cosas y toda mi tribu. Allí donde vaya, vamos.
6. Porque he marchado al lado de personas a las que admiro y quiero por miles de razones diversas: amor, cariño, amistad, valores compartidos, experiencias… ¡Son muchas! Pero, sobre todo, he marchado al lado de algunos de los más importantes pilares de mi vida (siempre me faltan demasiados) que me han acompañado en alguno de todos estos viajes, nuevos o viejos. Y eso es un lujo como no hay otro. Gracias por estar, un año más, diciendo que #todomejora.
¡Gracias mi amor, gracias mis amoras!
Publicar un comentario