No, Facebook no ha incluido ningún software especial para acceder a sus datos ni compartirlos a terceros. Eso ya lo hace de base, desde el momento mismo en que usted se da de alta en la red social y acepta todas las condiciones, precisamente esas que nadie se lee. Por eso aparece publicidad que le puede interesar, por eso ve ciertos contenidos antes que otros (o en vez de otros), etc. No es azar, sino un cálculo cada vez más sofisticado para mostrarle contenido que pueda resultar interesante para el usuario, según la versión oficial, pero que resulta más interesante para los anunciantes y para Facebook.
Lo mismo ocurre en todas las redes sociales, así que no nos engañemos. Y lo hace Windows 10, esa actualización gratuita que lo único que busca es la legitimización del intrusismo informático, es decir, que Microsoft recoge cada paso y cada huella de lo que hacemos para "mejorar el servicio" (vender información, adaptar contenidos y resultados, etc.). Y Apple, al menos según el técnico informático que me repara todo lo que se estropea, lo lleva haciendo desde el principio de los tiempos.
Y pasa también cada vez que utilizamos el teléfono móvil y nos conectamos a una red o página, cada vez que activamos la geolocalización o el roaming. Pero lo mismo ocurre con las tarjetas de débito y de crédito: allí donde paguemos, algún registro de nuestros comportamientos de compra se van guardando, y luego se venden y se utilizan para "mejorar la experiencia del cliente".
Nombres para el tráfico y la venta de datos hay muchos, y su valor a futuro es vital para las actuales empresas y para el mercado en que nos encontramos. ¿Con qué fin? Vendernos más y mejor (para ellos), con mayor facilidad, con ofertas adaptadas al tiempo y al espacio en el que nos encontremos, etc.
Es decir, mejora nuestra experiencia, por supuesto que sí, porque accederemos más fácilmente a aquello que la estadística de nuestro comportamiento arroja como estándar; pero también nos limita y nos esclaviza, nos hace más vulnerables a la tentación y al capitalismo exacerbado del compra, compra y compra, poniéndonos los ojos grandes, acelerándonos el corazón y aumentando las endorfinas con maravillosas y tentadoras ofertas, o con productos que necesitamos urgentemente (al menos después de que nos insinuaran que debíamos quererlos... lo que en economía se entiende como las necesidades infinitas del ser humano).
Dicho todo esto y aclarando de dónde viene, infórmese antes de poner en su muro, en su estado o incluso de comentarlo con alguien, que todas esas tonterías que se le ocurren a alguien no son más que un experimento social para ver hasta dónde llega la estupidez humana. Ni las empresas donan por cada Me gusta que obtiene una foto (prácticamente nunca), ni Facebook dejará de utilizar sus datos según no sé qué resquicio legal que se ponga como estado, ni tampoco pasará a cobrarle (o dejará de) si hace esto o lo otro. El día que alguna de estas redes o sistemas quiera cobrar, lo hará sin más y sin previo aviso. Y ya nos enteraremos al pasar por caja. Pero unas palabras escogidas al azar por algún iluminado o gracioso no nos salvarán de nada. Ni siquiera vale el por si acaso...
Por si acaso, mejor no haga el tonto. Busque la fuente, contraste la información y, sobre todo, dude con pensamiento crítico todo lo que lee, escucha o ve. Ni los medios de información, ni la televisión ni las redes sociales dicen toda la verdad. Nadie, ni siquiera las iglesias, las religiones y mucho menos sus familias. Cada uno cuenta su verdad, pero no la verdad. Esa es muy escurridiza. Compare, contraste, critique, piense, medite y evite a toda costa las ideas conspiranoicas, los vaticinios y las declaraciones de cualquiera de las Kardashian. Tienen exactamente el mismo valor...
Eduque a sus hijos para que piensen antes de actuar como borregos. Permítales espacios de tiempo para pensar, para sacar conclusiones, para dudar, para preguntar y para discutir. Aprenda a debatir de forma constructiva, a hablar con fundamento y corrección, con conocimientos diversos y con civismo, dejando de lado las emociones y las bajas pasiones que nublan la razón y el discernimiento. Lea, comente, escriba y comparta con los demás, porque las ideas y el pensamiento se construyen en sociedad, no surgen de forma espontánea por inspiración, sino en base a experimentos, al aprendizaje conjunto y a la interacción de nosotros con el mundo, con los demás y con nuestro entorno.
Deje de ser un paleto digital, pero también un paleto a secas. Antes de abrir la boca, permita que el pensamiento fluya y no lo bloquee desde el origen. Tómese el tiempo para reflexionar lo que quiere decir y la mejor forma de hacerlo, de acuerdo al público y al lugar en el que se encuentre, y también en cuanto al medio utilizado para comunicarse. La sociedad se lo agradecerá. Es una cuestión de ganancia para todos.
Publicar un comentario