Yo tuve Ética en la carrera de Periodismo. Y no cualquier Ética: una claramente católica, muy ligada a los preceptos de la Iglesia. Era de esperar en una entidad con una clara influencia de personalidades pertenecientes al Opus Dei, pero no debería ser aceptable en un organismo que se hace llamar Universidad.
Recuerdo algunas discusiones sobre el aborto o el divorcio que acababan con un "qué triste que pienses así" por parte de la profesora. En general, yo me callaba y no decía nada, porque me parecía una pérdida de tiempo y porque tenía (o sentía que tenía) menos tablas que ahora para decir las cosas. A pesar de todo, tampoco sentí como si me presionaran a aprender determinadas cosas o a pensar de una forma en particular. Todo lo contrario a lo que "leo" en la actuación del DuocUC en una prueba de Antropología de la que se ha hecho eco el Movilh en las redes sociales.
Con dos preguntas han mostrado claramente su posición. En ambas, además de su rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo, queda en evidencia el "fin procreador" del sacramento, porque evidentemente al hablar de matrimonio en un país como Chile se hace referencia al vínculo eclesiástico (en rojo marqué las respuestas correctas).
Y siempre me hago la misma pregunta ante esta postura: entonces, las parejas heterosexuales en las que es imposible la fecundación por cualquier razón, ¿no deberían casarse?
Yo no sé a ustedes, pero a mí me resulta muy complicado pensar en que la Iglesia Católica tomase cartas en el asunto y prohibiese el matrimonio entre un hombre y una mujer que se encuentren en estas circunstancias o que, por voluntad propia, hayan decidido no tener hijos. ¿Por qué entonces se utiliza como arma arrojadiza en contra del matrimonio homosexual?
Además, ¿por qué reducir el matrimonio a una simple fabricación de seres humanos, cuando debería valer únicamente el sustento del amor y la ayuda mutua, los otros fines esgrimidos por la entidad, "desde el punto de vista antropológico"? Pero no voy a entrar en el concepto, aunque sí lo haré en lo que conlleva el acto: la homofobia es producto de la educación y de la socialización.
Sí. Así es. Si fuera un rechazo natural, uno que viene grabado en nuestro ADN o como herencia de la Ley Natural, no sería necesario enseñarla en la Universidad ni en el colegio. Ni reforzarla de una forma tan baja: jugando con el futuro de quien pueda abstenerse de responder o quien simplemente estuviera en contra de la premisa.
Para mí tiene el mismo sentido que hacer de la Religión una asignatura evaluable en las escuelas: proselitismo. La formación de los seres humanos como hombres y mujeres de fe debe realizarse en los hogares y en los espacios destinados para ello: los distintos cultos. Pero no debería hacerse desde el mismo lugar en que se enseña, en el que se aprenden las competencias básicas para el desarrollo profesional. Y, si bien la escuela es el espacio en el que también aprendemos a "ser personas", por el bien social debería ser un espacio en el que aprendemos a ser personas individuales, sociales y civiles, pero no espirituales ni mucho menos religiosas. ¿Me explico?
Como sé que a estas alturas alguien pensará en por qué sí me he mostrado de acuerdo con la lectura de Nicolás tiene dos papás en los colegios, pero no con esto, explico mi razón: porque el libro del niño que vive con una pareja homosexual no educa en la fe ni en la religión, sino que lo hace en un ámbito social que está, que existe; en una realidad a la que solo se puede hacer frente con la represión y el miedo. Su misión es cívica: enseñar el respeto a la diversidad y a la diferencia, todo lo contrario a lo que una prueba de este tipo pretende.
Siguiendo este patrón, las religiones tienen cabida en las aulas, siempre que se enseñen como parte de la historia de la humanidad, como base para entender, incluso, muchos de los conflictos vigentes a los que las escuelas no deberían permanecer ajenas. Pero la enseñanza de una religión como forma de adoctrinamiento debería estar prohibida, así como cualquier manifestación personal de las creencias individuales que puedan afectar al funcionamiento colectivo, al respeto mutuo de todos los miembros del grupo y que atente contra la dignidad del ser humano como persona individual, social y civil. No olvidemos que formamos parte de sociedades y que, por lo tanto, es indispensable que aprendamos a convivir en armonía, respetando la diversidad y las diferencias, y no haciéndolas todavía más profundas. ¿No es eso lo que se supone que predica en parte la religión que después sesga en sus manifestaciones académicas, como la de esta prueba? Al parecer, es así en la teoría, pero no en la práctica. Coherencia es el punto. Coherencia.
** Última hora **
DuocUC anuncia la retirada de la polémica pregunta de sus pruebas y asegura que la entidad valora la diversidad social (Lea aquí el artículo).
Es cuestión de seguir en la lucha...
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