Déjenme que hable de mis padres. Además de ser dos personas absolutamente maravillosas, con todas sus virtudes y todos sus defectos, han sido dos estupendos padres que, desde que éramos pequeños (hablo en plural, porque tengo un hermano y una hermana, mayores que yo, y a quienes admiro y quiero por muchas y distintas razones), nos dijeron que nuestra herencia sería nuestra educación, pero no solo la formal (colegios, universidades, postgrados...), sino aquella que nos aportaban cada día, a cada paso. Que eso era lo realmente valioso. Y así es. Cada uno en un espacio diferente, en un ámbito distinto, ha estado obteniendo ganancias de esa herencia. Y muchas.
Pero volvamos a ellos. Mi madre proviene de una familia muy tradicional, de sangre italiana y, supongo que por eso, muy visceral y pasional, pero siempre con la capacidad racional que se espera de ella en las decisiones importantes. Siempre ha sido muy católica, devota y activa en su expresión de la religión. Educada en un colegio de monjas y con un alto sentido del deber, ella ha sabido ser firme y exigente, pero también cariñosa y comprensiva. De hecho, una de las frases que creo que la representa muy bien es: "si haces algo malo, primero te voy a cachetear y después te voy a abrazar". Si bien nunca ha cumplido la primera de forma literal (siempre duele más una mirada de decepción que un golpe), la segunda la ha ejecutado con creces: nunca ha dejado de abrazarnos. Su capacidad de amor hacia su familia es infinita y, junto con su risa y su pícara ironía, es uno de sus rasgos más entrañables.
Mi padre también viene de una familia muy tradicional, quizás más rígida, pero no menos cariñosa. Una figura paterna fuerte y estricta, una madre quizás más silenciosa pero siempre presente, con carácter, criaron y mantuvieron a cuatro hijos sin grandes sobresaltos. Si bien se crió en un colegio religioso, estuvo muchos años lejos de la Iglesia. Si no recuerdo mal, fue para mi Primera Comunión cuando se reconcilió con ella y volvió. Hoy, es un miembro muy activo de la parroquia que les corresponde, además de participar en múltiples actividades relacionadas. De las cosas que más admiro de mi padre puedo mencionar el don de la responsabilidad, su complicidad, su templanza y su eterna bondad, además de su rectitud.
Y cuento esto porque mi infancia fue feliz. Porque no me crié en un hogar inestable ni tuve experiencias traumáticas. Porque recibí una excelente educación en mi casa y porque nunca me faltó amor, atención, cuidado ni nada. Nos entregaron muy buenas herramientas para enfrentar la vida y construir nuestro futuro, y así lo hemos hecho desde pequeños: dando nuestros pasos, siempre acompañados, pero por nuestra cuenta, haciéndonos responsables de nuestros actos y de nuestras decisiones. Sin duda, lo mejor que podrían haber hecho por mí y por nosotros.
Por lo tanto, mi homosexualidad no viene por esa vía, aunque muchos la "acusen" como la única fuente. No fui abusado, no fui maltratado, no tuve carencias afectivas ni ningún otro caso "doméstico". Simplemente soy quien soy porque sí, porque siempre lo he sido.
Pero vuelvo otra vez a mis padres. Tardé muchos años en contarles mi verdad, no porque tuviera miedo a su rechazo (sabía que, pese al golpe que podría significar para ellos, no nos alejaríamos), sino porque no me sentía capaz de decepcionarlos. Fue un proceso muy largo para mí y también para ellos, porque en el fondo veían que algo ocurría conmigo y ninguno de los tres fuimos capaces de ponerlo en palabras durante largo tiempo. Hasta que llegó el día. Ellos lo supieron y su reacción fue exactamente como tuvo que ser: mi madre, visceral, respondió al momento, con la voz quebrada, llorando emocionada y dolida a la vez, y dándome todo su amor; mi padre, más reposado y templado, se demoró un par de días, pero también me dio su apoyo.
Sé que su proceso tampoco ha sido fácil, siendo quiénes son, cómo son y de dónde vienen, pero están conmigo y lo han hecho siempre, en lo bueno y en lo malo. Hoy, no muchos años después, mi madre escribe un mensaje así en Facebook ante la "polémica" de Nicolás tiene dos papás: "los niños no necesitan que se les enseñe que los hombres o las mujeres se aman entre ellos, solo hay que enseñarles que el amor es importante en la vida de las personas, que algunas aman a personas de su mismo sexo, otras no y que todo amor es valioso". Eso jamás lo hubiera dicho hace 5 años y ella lo sabe; pero hoy, cuando la experiencia le ha tocado de cerca y la vida le ha puesto a prueba más de una vez, ella ha sabido reaccionar positivamente, guiada por la comprensión y por el amor, y se ha sobrepuesto a todo aquello que durante años recibió como única respuesta.
Esas palabras hablan muy bien de ella, hablan muy bien de ellos dos, y a mí me llenan de orgullo y de agradecimiento, porque ha sabido ser madre antes de cualquier otra cosa, más cuando yo necesitaba uno de esos abrazos para saber que todo estaría bien. Y han sabido ser padres siempre, justos y cariñosos. Y así es. Todo está bien y yo los quiero tanto, que a veces duele la distancia física, pero siempre estamos juntos, en alguna de todas nuestras conexiones: las digitales o las emocionales. No podría ser otra forma, en el fondo, ellos me modelaron.
No podemos quererlos más de lo que los queremos y siempre me mocionan tus comentarios sobre nosotros y la familia que formamos. Ella ha sido lo mejor que nos ha pasado y no hay méritos, hijo solo mucho amor.Mamá
ResponderEliminarPor fin resultó el comentario ;)
ResponderEliminarGracias por todo, como siempre.
Tomy, en el día de ayer escribí un comentario, pero la tecnología me superó y no quedó grabado. Hoy recomenzaré otro, a ver si estoy con la lucidez de ayer.
ResponderEliminarCon tu madre creamos una familia, hoy dicen proyecto de familia, pero el caso es que ustedes llegaron con el mayor cariño que puedan tener unos hijos, este proyecto fue concebido con el gran cariño que nos tenemos con la mamá. Bueno, los tres hijos maravillosos que nos permitió el Señor, en la medida que crecieron nos fueron dando muchos afectos, muchas satisfacciones y se fueron forjando en una familia sencilla, sin prejuicios, con el deseo de darles una buena educación y primordialmente respetando a todas las personas. Deben recordar muchos episodios en que exigíamos respeto y cariño a todos quienes se nos cruzaran en el camino, un mendigo, un lustrabotas, un panadero, el verdulero, un sacerdote, un ejecutivo, una secretaria, una funcionaria, un(a) profesor(a)... todos merecían el mismo cariño y respeto, regla fundamental en la familia. Otro tema que fue importante fue que todos debían estar a la hora de almuerzo, era sagrado, era la única instancia que tenía la familia para conversar, sin medios externos, como la TV. Esa fue la formación que te dimos. Creo que fue muy buena haciendo un balance hoy de cada uno de ustedes, y en particular a ti, que lograste desarrollarte en un medio hostil, fuera de tu hogar y en esa tierra lejana que te cobijó. Es un orgullo para nosotros hablar de nuestro hijo con amigos y conocidos. Has ido logrando muchas metas, y tu condición diferente no te ha bloqueado caminos. Mucha suerte, un abrazo y un beso de tu padre.
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