Cuando me desperté esta mañana y leí que Meryl Streep se había llevado el Globo de Oro a la mejor actriz dramática por The Iron Lady, me alegré, pero no me sorprendí. El retrato que hace de Margaret Thatcher resulta tan milimétricamente perfecto, que a la película de Phyllida Lloyd se le pueden perdonar muchas omisiones, tibiezas y recursos en cuanto a la historia, los personajes o el montaje.
No es uno de los eventos cinematográficos del año. No, sin duda que no lo es. Pero la soberbia actuación de la Streep es uno de los referentes fundamentales de cómo debe ser la caracterización, el movimiento, la gestualidad, la voz y una transformación completa en un personaje tan cercano en la historia y tan vivo en la memoria de muchos.
Resulta casi una obviedad decir que es absolutamente indispensable verla en versión original. El doblaje puede matar gran parte del trabajo actoral de la actriz. Va mi primera ola para Meryl, con quien espero celebrar el merecido tercer Oscar de su carrera y su 17ª nominación a la estatuilla.
Publicar un comentario