En un blog que no leo casi nunca, pero que hoy supo captar mi atención, se habla de los "primeros días", aquellos que son difíciles y en los que tenemos que aprender a lidiar con todo un nuevo mundo de personas, situaciones y espacios.
El primer día de colegio o el de la universidad son momentos que marcan, que acompañan y que dibujan de cierta forma quienes somos. Todos sentimos en algún momento la calidad de "nuevos" y nos acompañó el miedo, claro que unos saben manejarlo mejor y lo aprovechan para salir adelante.
Muchos se quedan solos, abandonados los primeros días. Mucha gente es poco receptiva a la incorporación de nuevos elementos al grupo o al equipo de trabajo, generalmente a causa de su propia inseguridad, de su miedo al fracaso o debido a la posibilidad más que real de quedar en evidencia a causa de sus escasas habilidades. El ser humano actúa de maneras muy extrañas ante la "amenaza" del nuevo.
A mí, la verdad, es que no me preocupa. Creo, además, que es un interesante desafío no sólo en el ámbito laboral, sino que también en el personal. Conocer a esa persona, presentarla, explicarle algunas cosas del trabajo y aprender de su experiencia es de lo mejor que nos puede pasar. Así crecemos todos y formamos buenos equipos. Obviamente no siempre es así y cuestra trabajo el proceso -si es que llega a buen término-, pero como vivencia es, casi seguro, enriquecedora. Quizás por eso me encargaron varias veces en el colegio acoger a los nuevos. Debo decir que no siempre me hacía gracia, pero creo que también me sirvió mucho para conocer a buenas personas y darles la oportunidad de integrarse. Así, también, tuve grandes y buenos amigos.
Hoy, a mi edad, no tengo primeros días de colegio, pero sí de trabajo. Con la experiencia adquirida, me resultan algo más fáciles. No tengo problemas para socializar al llegar a algún sitio. Esto no quita que los nervios me acompañen, pero creo que es algo natural y que se debe aprender a convivir con ellos en estas situaciones. Me gusta empezar de cero, construir, crear, establecer lazos, hacerme con el espacio. Es un desafío muy interesante. Vas conociendo a tus compañeros, a tus jefes, a la gente que circula por allí. Es como turismo aventura, pero mucho menos peligroso...
Recuerdo uno de mis primeros días hace más de 3 años. Empresa nueva, trabajo nuevo, un área nueva de desempeño. Gran jefe se acerca a saludar, me lo presentan y lo primero que mira son mis zapatos diciendo: "Están sucios". Momento incómodo, levanto la vista desde mis zapatos y le digo: "son así", a lo que contesta: "parecía barro". Típico calzado de invierno, grueso. Como no tengo coche ni parking en el mismo edificio, caminar por la calle cuando llueve resulta incómodo si llevas zapatos del tipo ejecutivo.
Fue una situación rara, porque sólo llevaba 3 minutos en mi nuevo lugar de trabajo, pero así aprendí rápidamente que de él poco se podría esperar. Lección aprendida, ficha completada y pocas expectativas por su parte. Cinco meses después salía por la puerta hacia un nuevo "primer día" con la total certeza de estar haciendo lo correcto. Era una empresa, tal como había visto en esos primeros minutos, de la que se podía esperar muy poco.
El primer día de colegio o el de la universidad son momentos que marcan, que acompañan y que dibujan de cierta forma quienes somos. Todos sentimos en algún momento la calidad de "nuevos" y nos acompañó el miedo, claro que unos saben manejarlo mejor y lo aprovechan para salir adelante.
Muchos se quedan solos, abandonados los primeros días. Mucha gente es poco receptiva a la incorporación de nuevos elementos al grupo o al equipo de trabajo, generalmente a causa de su propia inseguridad, de su miedo al fracaso o debido a la posibilidad más que real de quedar en evidencia a causa de sus escasas habilidades. El ser humano actúa de maneras muy extrañas ante la "amenaza" del nuevo.
A mí, la verdad, es que no me preocupa. Creo, además, que es un interesante desafío no sólo en el ámbito laboral, sino que también en el personal. Conocer a esa persona, presentarla, explicarle algunas cosas del trabajo y aprender de su experiencia es de lo mejor que nos puede pasar. Así crecemos todos y formamos buenos equipos. Obviamente no siempre es así y cuestra trabajo el proceso -si es que llega a buen término-, pero como vivencia es, casi seguro, enriquecedora. Quizás por eso me encargaron varias veces en el colegio acoger a los nuevos. Debo decir que no siempre me hacía gracia, pero creo que también me sirvió mucho para conocer a buenas personas y darles la oportunidad de integrarse. Así, también, tuve grandes y buenos amigos.
Hoy, a mi edad, no tengo primeros días de colegio, pero sí de trabajo. Con la experiencia adquirida, me resultan algo más fáciles. No tengo problemas para socializar al llegar a algún sitio. Esto no quita que los nervios me acompañen, pero creo que es algo natural y que se debe aprender a convivir con ellos en estas situaciones. Me gusta empezar de cero, construir, crear, establecer lazos, hacerme con el espacio. Es un desafío muy interesante. Vas conociendo a tus compañeros, a tus jefes, a la gente que circula por allí. Es como turismo aventura, pero mucho menos peligroso...
Recuerdo uno de mis primeros días hace más de 3 años. Empresa nueva, trabajo nuevo, un área nueva de desempeño. Gran jefe se acerca a saludar, me lo presentan y lo primero que mira son mis zapatos diciendo: "Están sucios". Momento incómodo, levanto la vista desde mis zapatos y le digo: "son así", a lo que contesta: "parecía barro". Típico calzado de invierno, grueso. Como no tengo coche ni parking en el mismo edificio, caminar por la calle cuando llueve resulta incómodo si llevas zapatos del tipo ejecutivo.
Fue una situación rara, porque sólo llevaba 3 minutos en mi nuevo lugar de trabajo, pero así aprendí rápidamente que de él poco se podría esperar. Lección aprendida, ficha completada y pocas expectativas por su parte. Cinco meses después salía por la puerta hacia un nuevo "primer día" con la total certeza de estar haciendo lo correcto. Era una empresa, tal como había visto en esos primeros minutos, de la que se podía esperar muy poco.
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