Y llega otro sábado más. Sábado de ver películas para escribir un artículo, de quedarme en casa a estar conmigo un rato (aprovechando que afuera el día está medio gris, medio soleado) y de hacer algo en plan tranquilo. Ni mi espalda ni yo estamos para nada muy agitado.
Sin tener nada en la cabeza que funcione como eje de este post, recuerdo algo que me dijeron hace algún tiempo y que hace pocas semanas recordé sin razón alguna: "Eres más civilizado de lo que pensaba". Todavía estoy tratando de descifrar lo que significa. No sé si es un comentario con tinte xenófobo (como vienes de las Américas pensé que eras más indígena...) o es que aparento ser más cavernícola, anarquista, inadaptado o zarrapastroso de lo que pienso. Tampoco es que me importe mucho, pero esto me lleva a la perversa manía que tenemos de etiquetar a la gente desde el juicio o el prejuicio, tratando de simplificar o individualizar algo que es fundamentalmente complejo.
Me repito al decir que soy y somos un manojo de contradicciones, de incoherencias, de sentimientos, motivaciones, pulsiones y voluntades. Etiquetarlos todos sería una tarea sin fin e inútil, porque tendrían que cambiar cada cierto tiempo de manera inevitable. Etiquetar uno o dos, sería reducir la humanidad y la diversidad a una uniforme expresión de tags genéricos e imprecisos.
Pero solemos hacerlo. De forma continua calificamos todo lo que nos rodea: gran sonrisa, magnífica velada, excelentes amigos, buena comida, soberbia música, cálido abrazo, tierno beso, pésimo sabor, mala contestación, tensa reunión, cara larga... No sé si la necesidad de hacerlo es para dar mayor intensidad o despertar más interés en una vida plana y vacía, pero sí me parece sospechoso que, dependiendo de la persona, todo sea "estupendo" o todo "espantoso". La vida, así como las personas, son variadas y variopintas. No siempre es magnífica y, mucho menos, nefasta. Tenemos días arriba, días abajo y muchos que son absolutamente planos.
Dejemos de autoconvencernos y de intentar convencer a los demás de nuestras grandilocuencias, más aún cuando basta con rascar un poquito para encontrar que la intensidad fingida es más triste que una realidad plana.
Sin tener nada en la cabeza que funcione como eje de este post, recuerdo algo que me dijeron hace algún tiempo y que hace pocas semanas recordé sin razón alguna: "Eres más civilizado de lo que pensaba". Todavía estoy tratando de descifrar lo que significa. No sé si es un comentario con tinte xenófobo (como vienes de las Américas pensé que eras más indígena...) o es que aparento ser más cavernícola, anarquista, inadaptado o zarrapastroso de lo que pienso. Tampoco es que me importe mucho, pero esto me lleva a la perversa manía que tenemos de etiquetar a la gente desde el juicio o el prejuicio, tratando de simplificar o individualizar algo que es fundamentalmente complejo.
Me repito al decir que soy y somos un manojo de contradicciones, de incoherencias, de sentimientos, motivaciones, pulsiones y voluntades. Etiquetarlos todos sería una tarea sin fin e inútil, porque tendrían que cambiar cada cierto tiempo de manera inevitable. Etiquetar uno o dos, sería reducir la humanidad y la diversidad a una uniforme expresión de tags genéricos e imprecisos.
Pero solemos hacerlo. De forma continua calificamos todo lo que nos rodea: gran sonrisa, magnífica velada, excelentes amigos, buena comida, soberbia música, cálido abrazo, tierno beso, pésimo sabor, mala contestación, tensa reunión, cara larga... No sé si la necesidad de hacerlo es para dar mayor intensidad o despertar más interés en una vida plana y vacía, pero sí me parece sospechoso que, dependiendo de la persona, todo sea "estupendo" o todo "espantoso". La vida, así como las personas, son variadas y variopintas. No siempre es magnífica y, mucho menos, nefasta. Tenemos días arriba, días abajo y muchos que son absolutamente planos.
Dejemos de autoconvencernos y de intentar convencer a los demás de nuestras grandilocuencias, más aún cuando basta con rascar un poquito para encontrar que la intensidad fingida es más triste que una realidad plana.
Buen artículo para un Sábado,yo tb.estoy en el compu ya que ha llovido desde anoche y fuerte.
ResponderEliminarLos años nos hacen apreciar mejor que los días solo buenos o solo malos, no sirven, las mezclas nos hacen crecer.
Mamá
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