¡Qué buen martes tuve! Un par de cafés con mi amigo Gonzalo, y almuerzo y tarde en familia. Aproveché de salir con mi padre a hacer trámites, de ver a mi abuela y de disfrutar del calorcito de la casa en días tan fríos.
Cuando el día se acababa, comencé a preparar la intensa agenda que tendría en Santiago. Pese a los temores iniciales de no ser capaz de hacer todas las cosas que quería hacer, la suerte y la amabilidad de mis amigos me permitió cuadrar con precisión las horas para verlos a todos. De jueves a domingo no descansaré apenas, pero me permitirá cargar las pilas y cultivar tan buenas amistades.
El miércoles recogí mi pasaporte luego de una breves compras con mi madre. Café con mi padre mediante, recogida de sobrinos y almuerzo en casa. Por la tarde, tranquilidad para preparar maleta y una buena siesta a la vera del Lucho. Después, la hora del té en casa de mi hermana y una cena en casa de unos amigos con una graciosa velada. A dormir lo justo para el jueves a primera hora salir a Santiago donde me recibió un sol esplendoroso, un café latte y un buen almuerzo con mi amiga Carolina.
Más tarde, idas y venidas por Apoquindo con el teléfono en la oreja, llegó Mariana y, un par de horas después, mi primo. Con ellos estuve otro rato para luego venirme a casa de mi primo a dormir, con una buena cena y conversación. Viernes, ya duchado y vestido, estoy listo para salir por la puerta y no volver hasta la madrugada con una buena sonrisa en la cara y la sensación de que la vida me ha regalado un excelente puñado de amigos.
Cuando el día se acababa, comencé a preparar la intensa agenda que tendría en Santiago. Pese a los temores iniciales de no ser capaz de hacer todas las cosas que quería hacer, la suerte y la amabilidad de mis amigos me permitió cuadrar con precisión las horas para verlos a todos. De jueves a domingo no descansaré apenas, pero me permitirá cargar las pilas y cultivar tan buenas amistades.
El miércoles recogí mi pasaporte luego de una breves compras con mi madre. Café con mi padre mediante, recogida de sobrinos y almuerzo en casa. Por la tarde, tranquilidad para preparar maleta y una buena siesta a la vera del Lucho. Después, la hora del té en casa de mi hermana y una cena en casa de unos amigos con una graciosa velada. A dormir lo justo para el jueves a primera hora salir a Santiago donde me recibió un sol esplendoroso, un café latte y un buen almuerzo con mi amiga Carolina.
Más tarde, idas y venidas por Apoquindo con el teléfono en la oreja, llegó Mariana y, un par de horas después, mi primo. Con ellos estuve otro rato para luego venirme a casa de mi primo a dormir, con una buena cena y conversación. Viernes, ya duchado y vestido, estoy listo para salir por la puerta y no volver hasta la madrugada con una buena sonrisa en la cara y la sensación de que la vida me ha regalado un excelente puñado de amigos.
que bueno que lo has pasado bien Cuchito, aprovecha porque la última semana que te queda tus auspiciadores no te soltarán salvo el pago de una gran suma.
ResponderEliminarMamá
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