Agosto | Her | La vida secreta de Walter Mitty



Agosto es una película que golpea, no solo por la crudeza de su texto (cada palabra pesa, hiere, hace daño), sino también por la fuerza de sus interpretaciones. Justamente esta mañana hablaba con mi padre y me decía que sentía que se había desaprovechado al reparto (supongo que hacía sobre todo referencia al masculino, al que parece rodear la acción sin llegar a hincarle el diente). La verdad es que entiendo su argumento, pero, tal como le repliqué, supongo que ocupan el lugar que les corresponde en una película diseñada a medida para la temporada de premios y para un guión tan teatral como su origen.

Pero sí, sin duda, Agosto es una película de mujeres. Y no porque ellas sean el público principal, sino porque son ellas las que llevan la voz, las que la alzan, las que golpean la mesa, rompen los platos, estallan en llanto y las que ríen a carcajadas cuando el drama deja entrar al humor: negrísimo, denso, tan espeso como un yogurt de mercurio. Sobre todo es una película seca, árida, tan incómoda de agarrar como un cactus, pero porque árido es el recorrido de esta familia en su historia y en los días en que se ven obligados a compartir cama, comida y techo.

Meryl Streep lidera un reparto de mujeres como Julia Roberts y Margo Martindale, donde ninguna tiene que agachar la cabeza ante el talento de la matriarca: están todas a la altura de las circunstancias, aunque ninguna especialmente brillante como para arrasar en la temporada de premios.

AMOR SOFTWARE-NATURAL


Her ha sido una sorpresa. Por su trama, por sus actores, por su colorido, por su inestimable capacidad de enamorar y de poner incómodo a partes iguales. Joaquim Phoenix firma una de sus mejores actuaciones y Scarlett Johanson se sale por todos lados sin asomar la nariz en todo el metraje: pero está magnífica. Paso a paso se va ganando el respeto de una industria que suele limitar el talento de las guapas de turno a sus curvas.

Spike Jonze nos sumerge en una fábula tecnológico-romántica tan dulce como alarmante, tan cercana, tan real. Poco extraño me resultaría ver esas escenas en la vida diaria en breve: nuestra sociedad hiperconectada e infoxicada camina a pasos agigantados hacia un aburguesamiento digital que, si no tenemos cuidado, terminará por generar individuos solitarios y necesitados, que se sentirán incómodos en el contacto de la piel del otro.

Pero a la vez la historia de los protagonistas es tan tierna, tan pura, tan inocente, que hasta parece un cuento de hadas a ritmo de bits. Tanto así, que nos quedamos con ganas de más...

ENTRETENIMIENTO SIN MÁS


La vida secreta de Walter Mitty es un cuento, un sueño y una aspiración del hombre moderno: viajar, vivir aventuras, sentir la adrenalina... Es la necesidad de los urbanitas de traspasar las barreras del cemento y adentrarse en historias llenas de peligros, altos, bajos y muchas curvas. Si bien pensé que tendría que agarrarme al asiento para no caerme, la película de Ben Stiller se queda en una mera secuencia de paisajes de ensueño, de aventurillas de película adolescente y en una fantasía tan desmedida como algunos de los efectos digitales.

Entretenida, ligera y olvidable, no aporta nada más que un rato de desconexión, un par de risas y poco más. Si al principio hablábamos de desaprovechar al reparto, Shirley MacLaine va sobrada en este aspecto.

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