El otro día me llamaron "patudo" (caradura) por pedir apoyo para mi primera campaña de crowdfunding Tomás en la cocina: ¡A comer! (www.gofund.me/tomasenlacocina), que tiene como fin poder diseñar un bonito libro de recetas y publicarlo, entregando a cada uno de los donantes su parte del acuerdo.
¿Por qué pido ayuda? Por dos razones, principalmente:
1. Porque yo no tengo dinero para publicarlo y no tengo una editorial que me respalde.
2. Quiero ser quien lleve el proyecto a su fin y no que me maneje una gran empresa para quedarse con todas las ganancias mientras me exprime.
No nos engañemos: el sector editorial no es lo que era y hoy se ha transformado en un negocio que apuesta poco y se arriesga menos. Las condiciones para los autores noveles son miserables y casi toda la responsabilidad recae en manos de quien escribe.
Y tampoco es una idea descabellada la de invertir en proyectos o ideas de otros, sobre todo cuando uno no es capaz de poner en marcha ninguna. Durante muchos años he sido un micromecenas, apoyando distintos proyectos musicales y audiovisuales que, gratamente, han salido a la luz. Eso es crowdfunding, una versión moderna de los antiguos mecenazgos, para apoyar ideas, proyectos, a artistas, a escritores... Se invierte en algo que, todavía intangible, llegará a ser realidad gracias al apoyo de quienes creyeron en el proyecto y lo apoyaron.
Además, no estoy pidiendo que se me regale nada, sino que estoy ofreciendo a cambio un trabajo de más de dos años recopilando recetas, probándolas, haciendo fotos, mejorando las preparaciones, buscando, innovando, equivocándome y volviendo a tener éxito. Y escribiéndolas, contando su historia, evocando sensaciones, acuñando conceptos... Pero también ofrezco las distintas versiones del libro, mi enorme agradecimiento, más recetas y un menú construido para toda una semana, y una serie de otras ideas que estoy intentando poner en marcha para, más adelante, seguir sorprendiendo a quienes están creyendo en mi proyecto.
Y es que, claramente, no estoy sentado esperando a que el dinero me caiga del cielo, sino que estoy trabajando en un proyecto terminado, que espero sea lo suficientemente bueno para hacerme sentir orgulloso del esfuerzo.
No soy patudo. Simplemente, quiero dejar de soñar y hacer realidad mis ideas, esas que tanto trabajo me dan y a las que les dedico los pocos momentos de ocio que tengo durante la semana. Mucho más útiles que dedicarme a insultar a otras personas en las redes sociales.
Pero, no contento con esto, me permití el lujo de volver a pedir ayuda para otro proyecto, uno que tenía muy guardado, pero que, con el empujón de mi amiga Lola, no tuvo más remedio que salir. Cartas para salir del armario (www.gofund.me/salir_del_armario) es un libro, pero también es una web y una serie de acciones de activismo que me gustaría poner en marcha lo antes posible. Sobre todo, teniendo en cuenta de que en los últimos meses se han multiplicado las agresiones a personas del colectivo LGTB por su identidad sexual, y se ha acosado a niños y jóvenes hasta la muerte por la misma razón.
¿Puedo quedarme callado y quieto? No, no puedo. Quien me conoce, sabe que no podría hacerlo. Así que me lancé a montar este proyecto multiplataforma que pretende contar, además de mi historia, los testimonios de mujeres y hombres que han salido del armario (del clóset) en sus familias, en su grupo de amigos, en su trabajo o en todos a la vez, para que esas experiencias sirvan de inspiración, refugio y contención para tantas personas que todavía viven reprimidas, con miedo a expresar sus sentimientos...
Y para este proyecto sí que necesito ayuda, porque hasta ahora solo tengo la idea y la voluntad. Estoy empezando a recopilar historias y me gustaría conocer muchas más, porque creo que es absolutamente necesario actuar, levantar la voz y aportar un granito de arena en la construcción de una sociedad mejor, más abierta y donde todos podamos sentirnos más seguros.
En ningún caso pretendo hacerme rico. Si ese fuese mi objetivo, probablemente sería ingeniero, arquitecto, político o banquero. Pero no, soy periodista y soy escritor, y por eso necesito la ayuda de otras personas que, como yo, son idealistas y creen en que un mundo mejor es posible. O que, al menos, los proyectos personales de otros nos conmueven, nos motivan, nos llevan a actuar y a apoyar.
Ambas iniciativas son muy personales y nacen desde lo más profundo de mi corazón. La cocina es una de mis formas de expresión; la escritura, es otra de ellas. Quizás la más importante. En ambas me dejo el alma y la piel; y, a pesar de su evidente juventud, las quiero como si las hubiera parido hace años. Ahora, solo necesito tu ayuda para que crezcan sanas y lleguen a un buen lugar.
Publicar un comentario