Hablar de derechos humanos, aquellos inherentes a los individuos por el solo hecho de existir, no pone en entredicho, bajo ningún tipo de circunstancia, a los deberes y responsabilidades ciudadanos. Es un argumento común demonizar la defensa de los derechos como forma de menospreciar los deberes, pero en ningún caso es la respuesta que se pretende ofrecer.
Asumir un derecho implica, evidentemente, la generación de una serie de responsabilidades en el individuo que es sujeto de ese derecho. Por ejemplo, el acceso a la educación -sobre todo la obligatoria, según la ley fundamental de cada Estado- debería ser universal, gratuito y de calidad. Pero eso no quita que los ciudadanos deban cumplir una serie de requisitos y condiciones para sacar provecho de esa educación.
Universal no quiere decir libertina y gratuita no quiere decir que no tenga costes. Costes en cuanto a esfuerzo personal y académico, para los individuos; y costes monetarios, para el Estado. Por ello, es necesario también contar con un sistema impositivo que sea capaz de sostener ese sistema universal y gratuito, porque el hecho de que los ciudadanos no paguen directamente no significa que su puesta en marcha y funcionamiento no tenga coste alguno. Es más, si hay un sistema impositivo justo, que vaya en concordancia con los ingresos y que persiga el fraude y la evasión fiscal, son los ciudadanos los que realmente están pagando el sistema educativo con sus impuestos, eso no lo podemos perder de vista.
El Estado, como ente político, no regala nada que no haya repercutido en los individuos de alguna manera. Si el Estado tiene dinero, es porque lo ha obtenido de impuestos o por otras vías establecidas en la Constitución y las leyes. Y es que una falacia habitual que se utiliza para atacar el Estado de bienestar es que el Estado no es capaz de mantener el sistema. La respuesta es que sí lo es, siempre y cuando exista una estructura en la que los ciudadanos sean parte responsable del proceso y fuente de derecho a los servicios básicos, y no meros receptores de beneficios otorgados por caridad por un Estado paternalista.
El Estado de bienestar no es un sistema monárquico donde el rey (Estado) es caritativo con sus súbditos (ciudadanos). Por el contrario, es un sistema interrelacionado donde los ciudadanos son parte del Estado, por cuanto son los que sostienen económicamente el Estado de bienestar con sus deberes y responsabilidades civiles, en los que se debe favorecer la equidad en el acceso a los beneficios y prestaciones sociales; y la eficiencia, en cuanto a los deberes y derechos, y la forma de ejercerlos. El Estado, por sí solo como ente independiente, no es capaz de sostener nada.
Si bien es cierto que no hay consenso en la definición de Estado, variante a lo largo de la historia y de la disciplina que lo aborda, es cierto que casi siempre se dan cita elementos como: organización y sociedad. Entendido así, es necesaria esa estructura social que sostenga a un Estado, porque por sí solo no es más que un conjunto vacío de individuos. El Estado forma parte de la vida de los individuos y estos son los que permiten al Estado funcionar y sostenerse.
Con esto quiero repetir, ya para cerrar este post, que el Estado no es "padre" de la sociedad ni de los ciudadanos; tampoco es el proveedor ni la fuente inagotable de recursos. El Estado es una estructura social organizada en la que los ciudadanos se someten a deberes y responsabilidades, a cambio de la defensa y goce de sus derechos como individuos (derechos humanos). Y, dependiendo de los derechos y deberes que estemos dispuestos a disfrutar, tendremos un modelo de Estado u otro. Pero eso ya es tarea para otra entrada del blog.
TOTALMENTE DE ACUERDO. LO DE DERCHOS Y DEBERES ES LO NUESTRO.lO MAL ES QUE LAS PERSONAS SOLO QUIEREN LOS DERECHOS
ResponderEliminaren parte es correcto lo que dices, pero el problema es hacerlo.
ResponderEliminares muy fácil decir que "hay que ponerse de acuerdo" a "ponerse de acuerdo". Ejemplo, es muy fácil decir que el estado es la herramienta para que la sociedad regule los derechos y deberes, pero es difícil organizar a todo el mundo para que esté de acuerdo en ese balance. Si haces algo muy controlado, se fuga el capital. Si haces algo muy liberal, entonces tienes gente en la calle. Ese balance es lo difícil de lograr.
No puedes hacer que todos obtengan los mismos beneficios, porque no todos se esforzaron igual. Eso es parte de la naturaleza humana. Pero por otro lado no puedes dejar que la usura o la tenencia de capital gobiernen en la sociedad. Además, quien dijo que la democracia era democrática? Es lo menos democrático que hay. Porque alguien toma decisiones por ti, pero cuando votas por él o ella, no sabes que decisiones tendrá que tomar. Es un ejercicio de fe, más que de otra cosa.
Nuevamente volvemos a lo mismo, donde poner la línea, según lo que le parece a quien, a lo que es ético?, lo que le parece a la mayoría?, lo que le parece a los dueños de capital?, quien paga la fiesta?
Gobernar es una tarea difícil y quejarse es una tarea fácil, eso es lo que queda claro de los últimos años. Por otro lado, si no te quejas "no mamas" y alguien más se quedará con esa torta.
La igualdad es función del esfuerzo y de las oportunidades. A menor oportunidad, mayor esfuerzo. Eso no es valorado. Eso es lo que duele.
A la gente que espera que la igualdad les llegue mientras están sentados en la comodidad de su casa, que sigan esperando. Ni el estado, ni la sociedad se debe hacer cargo de que gente que no aporte. Pero eso abre otro debate, que es el aporte de cada uno a la sociedad y como se mide fuera del ingreso o costo que generó. "Vale la pena para la sociedad tener a una persona que su aporte no se puede medir en dinero?", la respuesta es si, pero hasta cuanto. Cuanto es lo razonable.
Te dejo esas ideas, para alentar una discusión futura. Claramente no se logrará en un post o en muchos, ya que llevamos toda nuestra historia buscando la respuesta.
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