Cito textualmente 3 párrafos de la noticia que publica "20 Minutos" en Internet, respecto a la segunda jornada de manifestación estudiantil en Chile.
"A media tarde del miércoles, un grupo de unos 50 encapuchados protagonizó violentos incidentes a muy pocas manzanas del Palacio de La Moneda, sede del Ejecutivo, que incluyeron el saqueo de varios recintos situados en el área.
Los delincuentes saquearon también un templo metodista y
se llevaron elementos del culto para encender una fogata que también
alimentaron con muebles de un instituto profesional que se levanta en
las cercanías.
Ya en la noche se vivieron nuevamente, al igual que en la primera
jornada de movilizaciones, violentos incidentes en la emblemática y
combativa Villa Francia, al suroeste del centro de Santiago, donde los carabineros se vieron obligados a utilizar balas de goma para contrarrestar el ataque de los encapuchados".
Y lo hago, simplemente, para decir que esto ha dejado de ser una manifestación estudiantil y es vandalismo puro. ¿Así se pide una educación gratuita y de calidad? El vandalismo no es la consecuencia directa de un sistema de educación injusto ni la forma de cambiarlo. Actos como este deben ser juzgados con todo el peso de la ley y no tienen ninguna justificación.
Para pedir educación, primero hay que ser educado, que no es lo mismo. Y por este camino no se llega a ninguna parte. Me pone enfermo la visión romántica de los pobres estudiantes movilizados por un futuro más justo. No señores, no señoras. Esto no es romántico ni civilizado. Esto es delincuencia en su más puro significado y, como tal, requiere una respuesta clara: no habrá diálogo hasta que no haya una actitud que invite a él. A ver quién gana el pulso y no me refiero al de la popularidad en las encuestas.
Estamos todos de acuerdo en la necesidad de cambiar el sistema. Pero la vía para lograrlo no está en una pandilla de encapuchados que saquean, queman y destruyen. Y quien da la cara por los estudiantes debería condenar este tipo de actos sin demora, porque estoy muy seguro de que la gran mayoría de ellos no pretende asumirlos como algo inevitable ni necesario. La actitud es proponer, pedir, negociar y debatir, con civilidad y con altura de miras. Para caprichos, ya están los niños. Estamos hablando de adolescentes y adultos muy capaces de hablar con inteligencia y de proponer soluciones adecuadas.
Y en una negociación no se puede ganar el 100%. Hay muchos intereses involucrados (fuera de la política partidista) que están provocando desencuentros entre las partes. Pero, tal como dijo hace poco alguien en España ante la imposibilidad de un pacto educativo entre todos los actores del sector, el problema debe ser resuelto desde la Educación y para ella, para nada más. Todos los otros factores deben quedar fuera. La educación es la única forma de que un país avance -así lo demuestran innumerables estudios e informes internacionales- y ella debe ser el interés principal de toda discusión junto a la búsqueda de la mejor solución para quienes están estudiando actualmente y para quienes lo harán en el futuro.
El resto de los intereses deben guardarse en un cajón, buscando consenso para avanzar y construir un nuevo sistema educativo universal, gratuito y público, pero asumiendo -como ya he dicho anteriormente en otras entradas del blog- los costes que eso implica: un sistema tributario capaz de sostenerlo, una política fiscal distinta y todas aquellas medidas gubernamentales que deban realizarse. Pero de ahí a entrar en exigencias partidistas para que la gratuidad sea asumida únicamente por las grandes empresas, hay un camino muy largo y tortuoso.
Y, sobre todo, tener en cuenta que cuando queremos que pague el Estado, recordar que el Estado somos todos. Y los sistemas de gratuidad de los estados de bienestar en Europa, a los que se aspira irremediablemente, se sostienen en fuertes cargas impositivas para todos (bueno, para todos los que pagamos algo así como el 30% de nuestros ingresos entre unas cosas y otras). Así se sostienen la sanidad, la educación y el sistema de pensiones. El dinero no aparece por arte de magia ni por quitárselo únicamente a unos pocos. No, el dinero, como el Estado, es de todo y aportado por todos.
Dejemos de buscar y exigir gratuidad si no estamos dispuestos a ceder. Ya han visto la luz algunos estudios sobre el universal sistema educativo argentino tan admirado por algunos, que es de los menos eficientes en cuanto a titulaciones y finalizaciones de estudio, y cuyo nivel deja mucho que desear en algunos campos. Y esto no lo digo yo desde fuera, sino que lo dicen ellos mismos en la prensa (http://www.lanacion.com.ar/1409228-quien-paga-la-universidad). La respuesta no es la gratuidad por sí misma, sino un sistema abierto y flexible, que sea capaz de sostenerse y que, a la vez, sea eficiente. De lo contrario, en pocos años nos encontraremos frente a otros problemas, quizás más graves que los actuales.
Si la respuesta va por el camino de la gratuidad, adelante. Si va por otra vía, bienvenida sea. Pero es indispensable encontrar cuanto antes una solución. Y volviendo al inicio de este post, esa solución ciertamente no pasa por el saqueo y la destrucción, sino por la responsabilidad, el respeto y por una actitud cívica que, ahora mismo, ninguna de las partes está asumiendo como la forma más adecuada para conseguir avanzar y mejorar lo actual, algo tan necesario como urgente.
(FOTO: Cristóbal Saavedra/REUTERS. Encontrada en 20minutos.es)
Ese es mi niño, claro, preciso y conciso, tal como se dice en todos los ámbitos por gente pensante y no por engendros encapuchados, manejados por el partidlo Comunista que quiere llegar al poder de cualquier manera y a- valados por una Oposición tan estúpida para no pensar que lo que siembren ahora a lo mejor lo cosecharan ellos mismos.
ResponderEliminarLo que me precupa realmente es que estos flaites encapuchados tengan derecho a voto. Dios nos pille confesados
Mamá
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