Dejo aquí el enlace de un interesente artículo sobre la Ley Electoral Española que escribe Vicenç Navarro en Público. Permitirá explicar por qué la democracia española es una de las menos representativas. (http://blogs.publico.es/dominiopublico/3776/%C2%BFnos-representan-las-cortes/).
Ayer, en una entretenida cena, estuvimos discutiendo sobre el estado de la democracia (sí, hay que hablar de todo). Ante mi postura de que la democracia actual (o poliarquía para corrientes politológicas modernas) es un sistema cada vez menos democrático y representativo, una de las presentes comentaba que en otros países también llamados democráticos estaban mucho peor. ¿Mal de muchos, consuelo de tontos?
No es que me dé igual lo que esté ocurriendo en otras partes del mundo, pero eso no me puede satisfacer o puede apaciguar mi molestia: sí, estamos mejor que muchos otros, sin embargo eso no quita que el sistema, además de perfectible y mejorable, sea profundamente malo y esté construido para unos pocos. Esa es la lucha pendiente: ni revoluciones violentas ni manifiestos motivacionales. Lo que debemos hacer es pensar, consensuar, proponer y generar un cambio profundo del sistema.
Es inevitable que cada día haya más gente con los ojos abiertos, capaz de darse cuenta de que el tinglado en el que estamos metidos no funciona. El libremercado desregularizado es infernal (así estamos como estamos); la democracia representativa, en realidad, no lo es; los estados del bienestar no se sostienen por obra y gracia del político de turno, sino que lo hacen a través de impuestos (queridos estudiantes chilenos, es hora de hacer los deberes bien hechos... la gratuidad de la educación no se consigue chasqueando los dedos, se debe pagar y lo debemos hacer todos; repito, TODOS); los bancos no son ONG, etc.
Queda mucho camino por recorrer, pero de otra forma. Propuestas, inteligentes y sensatas. Gente para trabajar en ellas hay, solo falta que se convenzan de hacerlo. Y falta que la clase política, esos representantes de los ciudadanos, dejen de mirarse el ombligo y la cuenta bancaria para hacer lo que realmente se esperaba de ellos: representarnos y velar por el bien de todos.
Ayer, en una entretenida cena, estuvimos discutiendo sobre el estado de la democracia (sí, hay que hablar de todo). Ante mi postura de que la democracia actual (o poliarquía para corrientes politológicas modernas) es un sistema cada vez menos democrático y representativo, una de las presentes comentaba que en otros países también llamados democráticos estaban mucho peor. ¿Mal de muchos, consuelo de tontos?
No es que me dé igual lo que esté ocurriendo en otras partes del mundo, pero eso no me puede satisfacer o puede apaciguar mi molestia: sí, estamos mejor que muchos otros, sin embargo eso no quita que el sistema, además de perfectible y mejorable, sea profundamente malo y esté construido para unos pocos. Esa es la lucha pendiente: ni revoluciones violentas ni manifiestos motivacionales. Lo que debemos hacer es pensar, consensuar, proponer y generar un cambio profundo del sistema.
Es inevitable que cada día haya más gente con los ojos abiertos, capaz de darse cuenta de que el tinglado en el que estamos metidos no funciona. El libremercado desregularizado es infernal (así estamos como estamos); la democracia representativa, en realidad, no lo es; los estados del bienestar no se sostienen por obra y gracia del político de turno, sino que lo hacen a través de impuestos (queridos estudiantes chilenos, es hora de hacer los deberes bien hechos... la gratuidad de la educación no se consigue chasqueando los dedos, se debe pagar y lo debemos hacer todos; repito, TODOS); los bancos no son ONG, etc.
Queda mucho camino por recorrer, pero de otra forma. Propuestas, inteligentes y sensatas. Gente para trabajar en ellas hay, solo falta que se convenzan de hacerlo. Y falta que la clase política, esos representantes de los ciudadanos, dejen de mirarse el ombligo y la cuenta bancaria para hacer lo que realmente se esperaba de ellos: representarnos y velar por el bien de todos.
Clap, clap, clap...
ResponderEliminarMucho trabajo queda por delante. Trabajo y pedagogía. Me uno a tu llamada a los estudiantes chilenos (y a tantos otros, incluso dentro de las frontereras españolas). Sin impuestos justos, sin control del fraude fiscal, sin conciencia cívica y ciudadana, no hay Estado del Bienestar. Hay ley de la selva. Remito para eso al documental Sicko, de Michael Moore. Quitando la paja propagandística, la reflexión es clara.
Pablo
Si a eso le añadimos la noticia del cierre del aeropuerto de Ciudad Real por antiecológico e ilógico -lo cual estaba más que claro desde un principio sin necesidad de estudios económicos ni medioambientales de por medio- con un gasto (que no inversión) de tropecientos millones de euros y el hundimento de la Caja de Ahorros de Castilla La Mancha de por medio, nos sobran razones para estar indignados.
ResponderEliminar¿Quiénes son estos políticos que se supone velan para que no ocurran estas cosas? ¿En connivencia con quién se pasan por alto estudios medioambientales y demás? ¿La justicia qué tiene que decir de todo esto? ¿Quién se ha embolsado el dinero de esta construcción despótica, inútil y estúpida y dónde tiene guardado ese dinero? ¿Cuánto dinero han ganado con ello? ¿Y quién paga el pato ahora de pagarle el paro ahora a los trabajadores que (malpagados, seguro) trabajaron en esta obra? Siempre son y somos los mismos, de un lado y de otro del muro...
Hoy estoy encendido, que no incendiado...
¡¡¡Qué no, que no, que no nos representan!!!
ESTOY HARTAAAAAAAAAAAAAAAA
ResponderEliminarDe que un grupo de vociferantes destruyan nuestra tranquilidad. Ya se les dijo que se iba a hacer una reforma que debe pasar por el Congreso, que hay cambios que viene, pero los quieren YA. Y detrás de tod esto el Partido Comunista chupándose los bigotes porque su consiga es desestabilizar y desestablizar.
Donde están los papás de estos niños??????????
Trata de pensar lo que habría hecho con uds. si andivieran en esto SIN CRITERIO y sobre todo si estuvieran en la huelga de hambre.
Claro, yo te habría puesto a huelga de hambre pero en la casa y sin publicidad.
Una muy harta y enojada
Mamá
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