Por fin pude ver la gala de los Oscar. La verdad es que me pareció completamente anodina, en comparación con anteriores ediciones. La joven pareja de presentadores, Anne Hathaway y James Franco, ejerció su rol de continuidad sin aportar mucha gracia al conjunto. Salvó más ella, que en algún momento aportó frescura y belleza, pero Franco parecía hasta incómodo en su tarea.
La entrega sucesiva de premios me pareció rápida y precisa. Creo que es imposible acortarla más o hacerla menos tediosa. Toda ceremonia de este tipo es así y todos quieren su minuto de gloria. De todas formas, me da la impresión de que cada vez acortan más los tiempos de discurso, sobre todo para aquellos ganadores de las categorías "secundarias": sonido, vestuario, efectos especiales, documentales, cortos, etc.
Uno de los momentos llamativos de la noche fue la aparición de Kirk Douglas, quien compite con la duquesa de Alba en incapacidad de mover los músculos faciales. Como la vieja gloria que es, y con un tinte verdoso, el mítico actor presentó el premio a la Mejor Actriz de Reparto, que ganó Melissa Leo por "The Fighter". Douglas dijo que le gustaban las mujeres guapas, que estaba rodeado de ellas en la categoría y gastó un par de bromas. La actriz galardonada no se quedó atrás y en medio de su discurso soltó un "fuck" que fue censurado en EE.UU., pero visible en otras latitudes.
De los presentadores esporádicos, recuerdo con gracia a Kevin Spacey, Jeff Bridges, Billy Cristal y Sandra Bullock. Los demás, en general, parecían cumplir con su deber sin arriesgar ni lo más mínimo. Como fiesta, esta edición fue un fracaso: poco tuvo de ello. Recordó a medias ciertas grandes producciones y no tuvo memorables momentos que nos solían regalar algunas galas anteriores. Pese a todo, tengo fe en Anne Hathaway y me gustaría verla con Hugh Jackman sobre el escenario del Kodak Theatre. Creo que harían, sin duda, una excelente pareja de presentadores.
Me faltó espectacularidad y algo de chispa. Tampoco me pareció excesivamente larga o, al menos, no más que años anteriores.
En cuanto a la "polémica" que se desató en estas tierras por la omisión de Luis García Berlanga en el apartado "In memoriam", creo que está absolutamente de más. En España y en Europa, el director tuvo una dilatada carrera. Pero en EE.UU., salvo una nominación al Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1961, creo que no tuvo nada más. Sólo hay que pensar en la cantidad de omisiones que existen y los muchos rostros desconocidos para el gran público que se cuelan en el "momento lágrima" de la noche. Nada más que agregar.
La entrega sucesiva de premios me pareció rápida y precisa. Creo que es imposible acortarla más o hacerla menos tediosa. Toda ceremonia de este tipo es así y todos quieren su minuto de gloria. De todas formas, me da la impresión de que cada vez acortan más los tiempos de discurso, sobre todo para aquellos ganadores de las categorías "secundarias": sonido, vestuario, efectos especiales, documentales, cortos, etc.
Uno de los momentos llamativos de la noche fue la aparición de Kirk Douglas, quien compite con la duquesa de Alba en incapacidad de mover los músculos faciales. Como la vieja gloria que es, y con un tinte verdoso, el mítico actor presentó el premio a la Mejor Actriz de Reparto, que ganó Melissa Leo por "The Fighter". Douglas dijo que le gustaban las mujeres guapas, que estaba rodeado de ellas en la categoría y gastó un par de bromas. La actriz galardonada no se quedó atrás y en medio de su discurso soltó un "fuck" que fue censurado en EE.UU., pero visible en otras latitudes.
De los presentadores esporádicos, recuerdo con gracia a Kevin Spacey, Jeff Bridges, Billy Cristal y Sandra Bullock. Los demás, en general, parecían cumplir con su deber sin arriesgar ni lo más mínimo. Como fiesta, esta edición fue un fracaso: poco tuvo de ello. Recordó a medias ciertas grandes producciones y no tuvo memorables momentos que nos solían regalar algunas galas anteriores. Pese a todo, tengo fe en Anne Hathaway y me gustaría verla con Hugh Jackman sobre el escenario del Kodak Theatre. Creo que harían, sin duda, una excelente pareja de presentadores.
Me faltó espectacularidad y algo de chispa. Tampoco me pareció excesivamente larga o, al menos, no más que años anteriores.
En cuanto a la "polémica" que se desató en estas tierras por la omisión de Luis García Berlanga en el apartado "In memoriam", creo que está absolutamente de más. En España y en Europa, el director tuvo una dilatada carrera. Pero en EE.UU., salvo una nominación al Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1961, creo que no tuvo nada más. Sólo hay que pensar en la cantidad de omisiones que existen y los muchos rostros desconocidos para el gran público que se cuelan en el "momento lágrima" de la noche. Nada más que agregar.
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