El recorrido por Roma durante el segundo día fue una locura. La verdad es que no lo buscamos; simplemente nos echamos a andar y se nos fue el día en eso. El recorrido es un aproximación, porque callejeamos mucho más que lo que me acuerdo, pero según Google Maps hicimos unos 13 kilómetros que, si redondeamos y agregamos todos los pasos del día, seguro que llegan a 15. Y luego me preguntaba yo que por qué me dolía el tobillo.
De todas formas, esto demuestra que Roma es una ciudad muy caminable y que es cuestión de echarse a la calle y empezar a patear. Lo que más me gusta de caminar a mi antojo es que voy decidiendo el camino según me guste una calle u otra. Tanto así que lo más parecido a planning del día no contemplaba la Fontana di Trevi y, menos, la Piazza Spagna. Y allí acabamos, metiéndonos por callejuelas y dando vueltas en plazas, girando en las esquinas...
Para qué hablar de Villa Borghese o la Piazza del Popolo (donde hubo una manifestación el domingo por los derechos de la mujer), o bajar por Via Veneto y disfrutar de un magnífico café en el Cafe de Paris. O ver la fontana del Tritone o la via delle Quatre Fontane. Y comer en la Via del Babuino al lado de la via dei Greci, sentados en la terraza del Canova Tadolini un flan de ricotta con espinacas, pasta o risotto, postre y café. ¡Impagable!
Y todo eso después de haber paseado por el Coliseo, el Palatino y el Foro Romano, uno de los dos destinos asegurados desde Madrid y con reserva. Recomiendo totalmente hacerlo, porque no tardamos más de un minuto en recoger las entradas y pasar, dejando atrás a un buen número de personas. Fue un día largo, pero descubrimos pequeños rincones que no aparecen en las guías. No hay nada mejor que mirar lo que dicen otros y buscar las alternativas a esos típicos panoramas, para que la experiencia personal esté limpia de juicios y prejuicios.
Como soy turista, tiré la moneda en la Fontana di Trevi para volver a Roma. Es impresionante verla, pero también cansa que esté rodeada por cientos de personas haciendo lo mismo. Pero bueno, vamos todos a eso, ¿no? La Piazza de Spagna me pareció muy normal. Es una típica postal, pero bastante menor en comparación a otros lugares de la ciudad.
Lo más impresionante de Roma es que, vayas donde vayas y mires donde mires, hay un trozo de historia. Pero no de la historia de "ayer", sino de hace cientos, miles de años. Al menos a mí me abruma pensar en la cantidad de cosas que han ocurrido ahí y estar, como decía Mafalda, siendo calentado por el mismo sol que calentó a muchos antes que a mí. Si las paredes hablaran...
Una cosa que ocurrió durante todo el viaje fue que me di cuenta de que me resulta menos agobiante y vergonzoso tener que hablar en italiano que en inglés. Curioso fue que, en algunos momentos, soltaba frases completas para pedir, preguntar o comprar, sin tener que pensar antes. Simplemente salían. En alguna parte de mi cabeza algo se ha guardado después de tantos años, de escuchar el italiano en mi casa y de estudiarlo durante tres años.
De todas formas, esto demuestra que Roma es una ciudad muy caminable y que es cuestión de echarse a la calle y empezar a patear. Lo que más me gusta de caminar a mi antojo es que voy decidiendo el camino según me guste una calle u otra. Tanto así que lo más parecido a planning del día no contemplaba la Fontana di Trevi y, menos, la Piazza Spagna. Y allí acabamos, metiéndonos por callejuelas y dando vueltas en plazas, girando en las esquinas...
Para qué hablar de Villa Borghese o la Piazza del Popolo (donde hubo una manifestación el domingo por los derechos de la mujer), o bajar por Via Veneto y disfrutar de un magnífico café en el Cafe de Paris. O ver la fontana del Tritone o la via delle Quatre Fontane. Y comer en la Via del Babuino al lado de la via dei Greci, sentados en la terraza del Canova Tadolini un flan de ricotta con espinacas, pasta o risotto, postre y café. ¡Impagable!
Y todo eso después de haber paseado por el Coliseo, el Palatino y el Foro Romano, uno de los dos destinos asegurados desde Madrid y con reserva. Recomiendo totalmente hacerlo, porque no tardamos más de un minuto en recoger las entradas y pasar, dejando atrás a un buen número de personas. Fue un día largo, pero descubrimos pequeños rincones que no aparecen en las guías. No hay nada mejor que mirar lo que dicen otros y buscar las alternativas a esos típicos panoramas, para que la experiencia personal esté limpia de juicios y prejuicios.
Como soy turista, tiré la moneda en la Fontana di Trevi para volver a Roma. Es impresionante verla, pero también cansa que esté rodeada por cientos de personas haciendo lo mismo. Pero bueno, vamos todos a eso, ¿no? La Piazza de Spagna me pareció muy normal. Es una típica postal, pero bastante menor en comparación a otros lugares de la ciudad.
Lo más impresionante de Roma es que, vayas donde vayas y mires donde mires, hay un trozo de historia. Pero no de la historia de "ayer", sino de hace cientos, miles de años. Al menos a mí me abruma pensar en la cantidad de cosas que han ocurrido ahí y estar, como decía Mafalda, siendo calentado por el mismo sol que calentó a muchos antes que a mí. Si las paredes hablaran...
Una cosa que ocurrió durante todo el viaje fue que me di cuenta de que me resulta menos agobiante y vergonzoso tener que hablar en italiano que en inglés. Curioso fue que, en algunos momentos, soltaba frases completas para pedir, preguntar o comprar, sin tener que pensar antes. Simplemente salían. En alguna parte de mi cabeza algo se ha guardado después de tantos años, de escuchar el italiano en mi casa y de estudiarlo durante tres años.
Viste que tenía razón, ya conozco mas partes de Roma, tiré una moneda en La Fontana de Trevi, caminé, comí, no engordé ni me dolieron los pies.
ResponderEliminarEse si que es viaje
Mamá
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