Las charlas con mi amiga Mar son siempre interesantes y educativas. Ayer, entre una de las tantas cosas que comentamos, soltó una frase en la que tuve que detenerla un momento. Ante un suceso ocurrido en su trabajo, un técnico dijo algo como "eso es imposible", a lo que ella acotó: "es improbable, pero no imposible; sino, no hubiese ocurrido".
Pensándolo un poco más y dándole vueltas hoy, la verdad es que es una sentencia llena de sabiduría y muy acertada. Hay muchas cosas improbables en el mundo, pero muchas de ellas no son imposibles. Mira el Titanic. Era imposible de hundir y todos sabemos donde está. Y cuántas veces hemos oído decir a alguien: "es imposible que fulanito diga/haga eso" y ¡zas!, lo ha hecho.
Creo que tiene mucho que ver con la necesidad que tiene la gente de tener certezas, de sentirse en control. Recuerdo que, años atrás, una superior le pedía a mi jefa que le jurase que NUNCA volvería a cometerse un error en particular. Ella, sabiamente, le decía: Yo puedo jurarte que haremos todo lo posible porque no vuelva a ocurrir, pero no puedo prometer que no pasará nuevamente.
La mujer pedía un imposible y mi jefa le respondía con un improbable. Era improbable que se repitiese el error, pero existía una probabilidad estadística de que pudiese pasar. Lo peor es que, pensándolo bien, nuestra vida se basa en muchas promesas "imposibles": no matarás, no robarás, no pisar el cesped, no conducir a 200 k/h, no beberás más de la cuenta, no usarás drogas, no fallarás en tus estudios, te amaré por siempre, nunca te dejaré... En realidad, todas ellas son más improbables que imposibles.
El ser humano es imperfecto y falla. Todos lo hacemos. Nos tropezamos, caemos, nos equivocamos continuamente. No se nos pueden pedir imposibles, pero sí enseñarnos y darnos las herramientas para que esos improbables mantengan su condición y no se conviertan en hechos consumados. Eso es mucho más sensato. Desde esta premisa, saltamos a la educación dentro de las familias y una de las preguntas que, seguramente, muchos padres se hacen respecto a sus hijos: ¿libertad responsable o control total?
Con una sociedad como la nuestra, con las múltiples amenazas -reales o imaginarias- que vienen de Internet, de la televisión, de la calle o del lugar que sea, muchos optan por el absoluto control. Yo -que no soy padre- creo que optaría más por la libertad responsable, por enseñarle la diversidad del mundo, porque conociese lo que hay más allá de la burbuja, por darle las armas necesarias para que sea capaz de desenvolverse en un mundo complejo. No se trata de exponerlos a peligros ni quitarles la niñez, no hay que extremar posiciones; no obstante, creo que no se hace ningún daño con enseñarles, a medida que van creciendo, las distintas realidades existentes.
Así en vez de cercenar su percepción del mundo a base de "imposibles", les enseñamos a actuar de acuerdo con la educación que se les ha dado y a evitar los "improbables" o, en caso de que se conviertan en realidad, ayudarles a asumir y enfrentar las consecuencias de sus actos.
Pensándolo un poco más y dándole vueltas hoy, la verdad es que es una sentencia llena de sabiduría y muy acertada. Hay muchas cosas improbables en el mundo, pero muchas de ellas no son imposibles. Mira el Titanic. Era imposible de hundir y todos sabemos donde está. Y cuántas veces hemos oído decir a alguien: "es imposible que fulanito diga/haga eso" y ¡zas!, lo ha hecho.
Creo que tiene mucho que ver con la necesidad que tiene la gente de tener certezas, de sentirse en control. Recuerdo que, años atrás, una superior le pedía a mi jefa que le jurase que NUNCA volvería a cometerse un error en particular. Ella, sabiamente, le decía: Yo puedo jurarte que haremos todo lo posible porque no vuelva a ocurrir, pero no puedo prometer que no pasará nuevamente.
La mujer pedía un imposible y mi jefa le respondía con un improbable. Era improbable que se repitiese el error, pero existía una probabilidad estadística de que pudiese pasar. Lo peor es que, pensándolo bien, nuestra vida se basa en muchas promesas "imposibles": no matarás, no robarás, no pisar el cesped, no conducir a 200 k/h, no beberás más de la cuenta, no usarás drogas, no fallarás en tus estudios, te amaré por siempre, nunca te dejaré... En realidad, todas ellas son más improbables que imposibles.
El ser humano es imperfecto y falla. Todos lo hacemos. Nos tropezamos, caemos, nos equivocamos continuamente. No se nos pueden pedir imposibles, pero sí enseñarnos y darnos las herramientas para que esos improbables mantengan su condición y no se conviertan en hechos consumados. Eso es mucho más sensato. Desde esta premisa, saltamos a la educación dentro de las familias y una de las preguntas que, seguramente, muchos padres se hacen respecto a sus hijos: ¿libertad responsable o control total?
Con una sociedad como la nuestra, con las múltiples amenazas -reales o imaginarias- que vienen de Internet, de la televisión, de la calle o del lugar que sea, muchos optan por el absoluto control. Yo -que no soy padre- creo que optaría más por la libertad responsable, por enseñarle la diversidad del mundo, porque conociese lo que hay más allá de la burbuja, por darle las armas necesarias para que sea capaz de desenvolverse en un mundo complejo. No se trata de exponerlos a peligros ni quitarles la niñez, no hay que extremar posiciones; no obstante, creo que no se hace ningún daño con enseñarles, a medida que van creciendo, las distintas realidades existentes.
Así en vez de cercenar su percepción del mundo a base de "imposibles", les enseñamos a actuar de acuerdo con la educación que se les ha dado y a evitar los "improbables" o, en caso de que se conviertan en realidad, ayudarles a asumir y enfrentar las consecuencias de sus actos.
Creo que Mar y t´´u tienen raz´´on, lo imposible pasa mas a menudo de ,o que se cree y hay cosas improbables con las que ocurre lo mismo.
ResponderEliminarY es cierto, hay que ducar para que sean personas de valor y valer, sacarlos de las burbujas con cuidado y paciencia. Enseñar con Amor podr´´ia ser lo mejor y protejer sin exagerar su corolario.
mam´´a
Publicar un comentario