Hace tiempo que no tenía un fin de semana de cine y, mucho menos, con cosas tan variadas desde el lugar que se miren.
El sábado iba a ver "Biutiful" pero, como la sala estaba a tope y sólo quedaban asientos en primera fila, tuvimos que cambiar de opinión y optamos por "Primos" de Daniel Sánchez Arévalo. Sin ninguna expectativa, me conquistó por su ternura y ñoñería. Es imposible pasar por alto las grietas del guión y el estiramiento argumental, pero su edulcorado desarrollo y empalagoso final son sinceros y tan tontos como la vida misma. No tontos en el sentido de falta de inteligencia, sino tan cotidianos, tan borrachos de enamoramiento que me conquistaron y me hicieron pasar un buen rato.
Te hace reír, te emociona y, en algún momento, te deja un poco indiferente, pero es capaz de transmitir buen rollo, de querer vivir, de lanzarse a la aventura de la vida. Es un poco lo que hacen los tres primos, cada uno por un camino diferente, pero con una evolución.
El reparto está muy bien escogido. Se salen Antonio de la Torre y su obsesión por lanzarse al agua; Adrián Lastra y su fragilidad enfermiza e hipocondriaca; y, de otra forma, Quim Gutiérrez, el primo protagonista, enamoradizo y dependiente. El resto, ocupan el lugar que les corresponde, lo que demuestra el talento del director para conseguir un justo trabajo actoral, como ya ha demostrado en sus anteriores películas.
Después de esta sobredosis de endorfinas, el domingo fuimos al cine a ver "Winter's bone", la sorpresa indie de la temporada de premios. Protagonizada de manera impecable por una casi desconocida Jennifer Lawrence, quien a sus todavía 20 años ha dejado con la boca abierta a más de alguno por la veracidad que le imprime al papel de Ree.
La película es de una dureza que ya habíamos visto en cintas como "Frozen River": el medio hostil sostiene a un pueblo que tiene mucho que ocultar, mucho que perder y pocos escrúpulos para dejar que las cosas no cambien. La miseria, la vida al límite y la América profunda, gélida y compleja son también protagonistas de la historia de una joven que debe hacerse cargo de sus hermanos pequeños y de su madre enferma, ante la inminente desaparición de su padre.
Intensa como pocas, incómoda y molesta, "Winter's bone" es una fábula de supervivencia, de garra y de esfuerzo. Todo con la inocencia de una actriz que podría ser un cruce entre Renée Zellweger y la cantante Jewel, pero que es capaz de sobreponerse a todo con talento y talante. Gran triunfo para la directora Debra Granik quien, con su segundo largometraje, está acaparando mucha atención de la crítica, del público y de premios en diversos festivales.
El sábado iba a ver "Biutiful" pero, como la sala estaba a tope y sólo quedaban asientos en primera fila, tuvimos que cambiar de opinión y optamos por "Primos" de Daniel Sánchez Arévalo. Sin ninguna expectativa, me conquistó por su ternura y ñoñería. Es imposible pasar por alto las grietas del guión y el estiramiento argumental, pero su edulcorado desarrollo y empalagoso final son sinceros y tan tontos como la vida misma. No tontos en el sentido de falta de inteligencia, sino tan cotidianos, tan borrachos de enamoramiento que me conquistaron y me hicieron pasar un buen rato.
Te hace reír, te emociona y, en algún momento, te deja un poco indiferente, pero es capaz de transmitir buen rollo, de querer vivir, de lanzarse a la aventura de la vida. Es un poco lo que hacen los tres primos, cada uno por un camino diferente, pero con una evolución.
El reparto está muy bien escogido. Se salen Antonio de la Torre y su obsesión por lanzarse al agua; Adrián Lastra y su fragilidad enfermiza e hipocondriaca; y, de otra forma, Quim Gutiérrez, el primo protagonista, enamoradizo y dependiente. El resto, ocupan el lugar que les corresponde, lo que demuestra el talento del director para conseguir un justo trabajo actoral, como ya ha demostrado en sus anteriores películas.
Después de esta sobredosis de endorfinas, el domingo fuimos al cine a ver "Winter's bone", la sorpresa indie de la temporada de premios. Protagonizada de manera impecable por una casi desconocida Jennifer Lawrence, quien a sus todavía 20 años ha dejado con la boca abierta a más de alguno por la veracidad que le imprime al papel de Ree.
La película es de una dureza que ya habíamos visto en cintas como "Frozen River": el medio hostil sostiene a un pueblo que tiene mucho que ocultar, mucho que perder y pocos escrúpulos para dejar que las cosas no cambien. La miseria, la vida al límite y la América profunda, gélida y compleja son también protagonistas de la historia de una joven que debe hacerse cargo de sus hermanos pequeños y de su madre enferma, ante la inminente desaparición de su padre.
Intensa como pocas, incómoda y molesta, "Winter's bone" es una fábula de supervivencia, de garra y de esfuerzo. Todo con la inocencia de una actriz que podría ser un cruce entre Renée Zellweger y la cantante Jewel, pero que es capaz de sobreponerse a todo con talento y talante. Gran triunfo para la directora Debra Granik quien, con su segundo largometraje, está acaparando mucha atención de la crítica, del público y de premios en diversos festivales.
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