Este concepto, que nació hace algunos años de la mente de un humorista para referirse a la tendencia más extrema de esta lacra social, encierra muchas ideas:
1. La profundidad que alcanza, bien entrado el siglo XXI, la existencia del machismo en la educación dentro de las familias. En el ámbito público se hacen continuamente campañas para combatirlo; pero, si el asunto no se ataca en el propio hogar, los esfuerzos son inútiles. Se deben inculcar los conceptos de igualdad y respeto desde pequeños.
2. Se ha casi ideologizado la superioridad del hombre o su preponderancia en ciertos asuntos, relegando a la mujer a un lugar secundario. Desde los niños que son "atendidos" por sus hermanas, a las madres que se sacrifican para que sus "hombres" no hagan ninguna de las labores de casa, o los padres que consideran una "mariconada" que sus hijos cocinen, hagan camas o limpien... todos ellos no hacen más que consolidar este grave error. Las mujeres no son de usar y tirar.
3. Es completamente erróneo el sentido de pertenencia que ciertos hombres sienten sobre las mujeres de su entorno, sobre todo en cuanto a sus parejas. Producto de esta desviación conceptual, en España han muerto alrededor de 85 mujeres por violencia de género en lo que va de 2010, casi todas en manos de actuales o ex novios. Una cifra espantosa.
Pero este post tan preocupante, lo voy a acabar con la anécdota que hoy me contaron y que se convirtió en el origen de esta entrada: una mujer que se encuentra mal y con fiebre, le comenta a su marido que no se siente bien. Él, después de mostrar su preocupación y empatía, le dice que una vez que haga la cena, puede acostarse. Y lo hace de todo corazón, sin ánimo de aprovecharse o de hacerla sufrir. Simplemente demuestra la relación desigual entre ambos y la inutilidad de la figura masculina dentro del funcionamiento del hogar: no sabía cómo preparar la cena y para evitar "problemas", presenta la "fantástica" solución.
Lo primero es pensar ¡pobre mujer! Pero lo siguiente, y quizás más duro, es pensar ¡pobre hombre! Si alguien es capaz de perder toda su hombría, su fortaleza, su superioridad, su alta inteligencia o su arrojo en algo tan cotidiano como llevar una casa, es que hay algo en esa hombría que está fallando de manera grave. Es sabido que muchos hombres no hacen más que llenarse la boca hablando sobre su masculinidad o buscando la forma de mostrarla al mundo (fumar puros, irse de putas, hablar mal de sus mujeres, gritar, etc.), pero situaciones como esta no hacen más que ponerla en total y absoluta duda.
1. La profundidad que alcanza, bien entrado el siglo XXI, la existencia del machismo en la educación dentro de las familias. En el ámbito público se hacen continuamente campañas para combatirlo; pero, si el asunto no se ataca en el propio hogar, los esfuerzos son inútiles. Se deben inculcar los conceptos de igualdad y respeto desde pequeños.
2. Se ha casi ideologizado la superioridad del hombre o su preponderancia en ciertos asuntos, relegando a la mujer a un lugar secundario. Desde los niños que son "atendidos" por sus hermanas, a las madres que se sacrifican para que sus "hombres" no hagan ninguna de las labores de casa, o los padres que consideran una "mariconada" que sus hijos cocinen, hagan camas o limpien... todos ellos no hacen más que consolidar este grave error. Las mujeres no son de usar y tirar.
3. Es completamente erróneo el sentido de pertenencia que ciertos hombres sienten sobre las mujeres de su entorno, sobre todo en cuanto a sus parejas. Producto de esta desviación conceptual, en España han muerto alrededor de 85 mujeres por violencia de género en lo que va de 2010, casi todas en manos de actuales o ex novios. Una cifra espantosa.
Pero este post tan preocupante, lo voy a acabar con la anécdota que hoy me contaron y que se convirtió en el origen de esta entrada: una mujer que se encuentra mal y con fiebre, le comenta a su marido que no se siente bien. Él, después de mostrar su preocupación y empatía, le dice que una vez que haga la cena, puede acostarse. Y lo hace de todo corazón, sin ánimo de aprovecharse o de hacerla sufrir. Simplemente demuestra la relación desigual entre ambos y la inutilidad de la figura masculina dentro del funcionamiento del hogar: no sabía cómo preparar la cena y para evitar "problemas", presenta la "fantástica" solución.
Lo primero es pensar ¡pobre mujer! Pero lo siguiente, y quizás más duro, es pensar ¡pobre hombre! Si alguien es capaz de perder toda su hombría, su fortaleza, su superioridad, su alta inteligencia o su arrojo en algo tan cotidiano como llevar una casa, es que hay algo en esa hombría que está fallando de manera grave. Es sabido que muchos hombres no hacen más que llenarse la boca hablando sobre su masculinidad o buscando la forma de mostrarla al mundo (fumar puros, irse de putas, hablar mal de sus mujeres, gritar, etc.), pero situaciones como esta no hacen más que ponerla en total y absoluta duda.
ja ja aja me habria gustado que a mi me hubieran dicho eso "haga la cena y descanse""menudo lio se habría armado, menos mal que en casa no fuimos asi y todos hacíamos todo y lo seguimos haciendo hasta ahora. Todos somo capaces de hacer lo que hay que hacer sin distingos de cosas de hombres o mujeres. Solo hacer lo que se debe para el mejor funcionamiento de la familia y punto.
ResponderEliminarMe surge una interrogante en la familia que hay puros hombres, la mamá dbe HACER TODO???????????y cuando la pobre señora se enferma ah????????????????????'''
Y claro que conocemos varios pastelitos de esos que si no le dejn la comida lista para el microhondas se mueren, mi teoría es que al 2do día andarían cocinando como locos.
Mamá
hablando de predicar con el ejemplo:
ResponderEliminar(la Paz, como la caridad, empieza en casa. FD Roosevelt)
http://inmybucket.blogspot.com/2010/12/quote_31.html
ox c
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