Necesitaba un día en la cama y, la verdad, es que necesitaría unos cuantos más. No solamente para quitarme de encima esta gripe (que no avanza ni retrocede), sino para dedicarme a la lectura.
Ayer terminé, por fin, las "Lamentaciones de un prepucio". Buen libro, gracioso, irónico, pero perturbador en muchos casos. ¿Cuál es el límite de la espiritualidad y el comienzo de la tortura psicológica? Pero también me ventilé las 321 páginas del libro "Las confidentes", de Elizabeth Subercaseaux, regalo de mi hermana en la última "cajita feliz" que llegó desde Chile. Y también avancé unas 40 páginas en el libro "La barrera del pudor" de Pablo Simonetti, otro escritor chileno.
Pese a la sensación febril y a que dormí casi toda la mañana, siento que fue un día productivo, necesario y merecido. Hace tanto tiempo que no era capaz de quedarme leyendo en la cama sin la sensación de estar ocupando minutos valiosos, de perder horas en "ocio" en vez de estar trabajando para otros.
En la larga conversación con mi hermano del día 25 me dijo una cosa que me quedó dando vueltas: mejor trabaja para ti, no para los demás. Bueno, no fue exactamente así, pero eso era lo que quería decir. Que me dedicara a aquellas cosas que, de una forma u otra, me beneficiaban o me convenían y, todo lo demás, que lo fuese dejando de lado en la medida de lo posible. Muy relacionado con lo anterior, tengo que sopesar las cosas en las que estoy ocupando mi tiempo, ver cuáles de ellas son rentables, monetaria y personalmente, y tomar decisiones constructivas para mi futuro.
Ojo que esto no lo hago por ser año nuevo ni fechas de renovaciones. No necesito que un puto calendario me diga cuándo ni cómo tengo que hacer las cosas. Simplemente es una coincidencia necesaria que se plantea ahora. El 2011 estaré igual que en 2010, sea año impar, par, del conejo, del loro o de la rata. Me importa un carajo. Sólo sé que tengo que encaminar mis pasos hacia la consecución de mis objetivos y no de los objetivos de los demás. Que así sea.
(Acompaña mi post otra "Dosis" de Alberto Montt)
Ayer terminé, por fin, las "Lamentaciones de un prepucio". Buen libro, gracioso, irónico, pero perturbador en muchos casos. ¿Cuál es el límite de la espiritualidad y el comienzo de la tortura psicológica? Pero también me ventilé las 321 páginas del libro "Las confidentes", de Elizabeth Subercaseaux, regalo de mi hermana en la última "cajita feliz" que llegó desde Chile. Y también avancé unas 40 páginas en el libro "La barrera del pudor" de Pablo Simonetti, otro escritor chileno.
Pese a la sensación febril y a que dormí casi toda la mañana, siento que fue un día productivo, necesario y merecido. Hace tanto tiempo que no era capaz de quedarme leyendo en la cama sin la sensación de estar ocupando minutos valiosos, de perder horas en "ocio" en vez de estar trabajando para otros.
En la larga conversación con mi hermano del día 25 me dijo una cosa que me quedó dando vueltas: mejor trabaja para ti, no para los demás. Bueno, no fue exactamente así, pero eso era lo que quería decir. Que me dedicara a aquellas cosas que, de una forma u otra, me beneficiaban o me convenían y, todo lo demás, que lo fuese dejando de lado en la medida de lo posible. Muy relacionado con lo anterior, tengo que sopesar las cosas en las que estoy ocupando mi tiempo, ver cuáles de ellas son rentables, monetaria y personalmente, y tomar decisiones constructivas para mi futuro.
Ojo que esto no lo hago por ser año nuevo ni fechas de renovaciones. No necesito que un puto calendario me diga cuándo ni cómo tengo que hacer las cosas. Simplemente es una coincidencia necesaria que se plantea ahora. El 2011 estaré igual que en 2010, sea año impar, par, del conejo, del loro o de la rata. Me importa un carajo. Sólo sé que tengo que encaminar mis pasos hacia la consecución de mis objetivos y no de los objetivos de los demás. Que así sea.
(Acompaña mi post otra "Dosis" de Alberto Montt)
Publicar un comentario