Estoy leyendo un libro (entre otros tantos que comienzo, retomo, abandono, vuelvo a coger y dejo otra vez) que no es un clásico ni será la octava maravilla de la literatura, pero está escrito con gracia, con mucha cabeza y dice unas cuantas cosas de lógica aplastante. Es "Lamentaciones de un prepucio", un hombre criado en la religión judía en la que ya no cree, pero de la cual, inevitablemente, surgen sus culpas, sus miedos, sus angustias.
Interesante lectura para estos días. Lo estoy disfrutando con calma, con pausa, sin prisas. Hace tiempo que no leía así, riéndome a carcajadas en el autobús o mientras espero sentado en un banco o tranquilamente en la cama, sin la desesperación de acabarlo. Lo estoy pasando tan bien que quiero que dure mucho tiempo.
Escrito por Shalom Auslander, el libro está plagado de referencias no sólo a la religión, sino a muchos aspectos de lo cotidiano, de la sociedad y a lugares oscuros de nosotros mismos que, habitualmente, ignoramos.
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