La verdad es que esta película me provocaba curiosidad desde que supe de su existencia, hace ya varios meses. Una trama que ocurre en un espacio cerrado, con un único protagonista, hacía todavía más asfixiante el relato del hombre que es enterrado vivo en Irak y que debe intentar salir del ataúd en el que se encuentra.
Pese a todas las reticencias que el tema implica: un escenario mínimo, una situación incómoda, una trama agobiante y un personaje puesto al límite, el director Rodrigo Cortés ha sabido contar la historia de forma tal que, sintiendo todas esas reticencias, son sorteadas con éxito en casi todo el metraje de la cinta. Somos capaces de sentir la estrechez de movimiento, la desesperación y la angustia en grandes dosis, pero también hay espacio para el humor, para la empatía, para la solidaridad, para la emoción y para la pena.
El ritmo es trepidante y casi no hay tiempos muertos -salvo un par de planos que, a mi gusto, rompen un poco la sensación de encierro-, por lo que la hora y media que dura la película se pasa volando. No hay momentos de filosofía profunda, de grandes cuestionamientos. Sólo es un hombre en una situación límite y nosotros los invitados a sufrir con él cada minuto de esa experiencia.
Humana, por cuanto es capaz de transmitir toda esa humanidad que hay en una vivencia así; cercana, ya que sabe proyectar todas las emociones del actor en el espectador entregado; inteligente, porque está resuelta con habilidad, humor y sentimiento en partes iguales. Me ha parecido un logro para el cine español hacer una película de este tipo y un acierto la manera en que ha sido tratada.
Buen papel de Ryan Reynolds y un buen triunfo para el director. La música es excesivamente épica en algunos momentos. Yo hubiera apostado por algo más intimista y suave, pero no afecta en nada al resultado final.
Pese a todas las reticencias que el tema implica: un escenario mínimo, una situación incómoda, una trama agobiante y un personaje puesto al límite, el director Rodrigo Cortés ha sabido contar la historia de forma tal que, sintiendo todas esas reticencias, son sorteadas con éxito en casi todo el metraje de la cinta. Somos capaces de sentir la estrechez de movimiento, la desesperación y la angustia en grandes dosis, pero también hay espacio para el humor, para la empatía, para la solidaridad, para la emoción y para la pena.
El ritmo es trepidante y casi no hay tiempos muertos -salvo un par de planos que, a mi gusto, rompen un poco la sensación de encierro-, por lo que la hora y media que dura la película se pasa volando. No hay momentos de filosofía profunda, de grandes cuestionamientos. Sólo es un hombre en una situación límite y nosotros los invitados a sufrir con él cada minuto de esa experiencia.
Humana, por cuanto es capaz de transmitir toda esa humanidad que hay en una vivencia así; cercana, ya que sabe proyectar todas las emociones del actor en el espectador entregado; inteligente, porque está resuelta con habilidad, humor y sentimiento en partes iguales. Me ha parecido un logro para el cine español hacer una película de este tipo y un acierto la manera en que ha sido tratada.
Buen papel de Ryan Reynolds y un buen triunfo para el director. La música es excesivamente épica en algunos momentos. Yo hubiera apostado por algo más intimista y suave, pero no afecta en nada al resultado final.
niu siquiera puedo leerlo, eso de ser enterrado vivo es una de mis mas grandes pesadillas
ResponderEliminarMamá
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