
Ayer tuve una sesión de tarde-noche en la Casa Encendida. La verdad es que sólo iba a ver un concierto: "Whale Watching Tour", de Sam Amidon, Ben Frost, Nico Muhly y Valgeir Sigurdsson. Creo que es la tercera vez que voy "a ciegas" a un evento de éstos y el resultado no pudo haber sido mejor, pues fueron dos horas de música bien hecha, distinta, interesante y de calidad. Simplismo folk, efectismo épico, la suavidad de violas y violines, hasta el tosco y vibrante sonido de los bajos; y, por encima de todo, un grupo de músicos con mucho talento, carisma, buen gusto y buen humor.
Lo lamentable es que, cuando quedaban 15 minutos para las 11 de la noche, prácticamente los sacaron del escenario, porque el recinto cerraba a las 23 horas y no podían seguir, pese a la presión de los que estábamos en el público. Y es que cuando uno va a un buen espectáculo, no quiere que acabe. Magnífica propuesta y por sólo 3 euros. ¡Viva la obra social de los bancos y cajas de España!
Pero, antes de entrar al concierto y ya que estábamos por ahí, entramos a ver una exposición de Thomas Hirschhorn llamada "INGROWTH", que me pareció espantosa. Maniquíes agujereados con fotos de accidentes, crímenes o lo que sea, con gente reventada, desparramada... un monumento al mal gusto. A mí me dirán lo que quieran, pero este tipo de expresiones no me parecen ni artísticas ni agradables. Si la gente quiere verla, que lo haga, porque para eso somos libres; otra cosa es que yo pueda reconocerle un mérito que no encuentro ni necesito encontrar.
Lo lamentable es que, cuando quedaban 15 minutos para las 11 de la noche, prácticamente los sacaron del escenario, porque el recinto cerraba a las 23 horas y no podían seguir, pese a la presión de los que estábamos en el público. Y es que cuando uno va a un buen espectáculo, no quiere que acabe. Magnífica propuesta y por sólo 3 euros. ¡Viva la obra social de los bancos y cajas de España!
Pero, antes de entrar al concierto y ya que estábamos por ahí, entramos a ver una exposición de Thomas Hirschhorn llamada "INGROWTH", que me pareció espantosa. Maniquíes agujereados con fotos de accidentes, crímenes o lo que sea, con gente reventada, desparramada... un monumento al mal gusto. A mí me dirán lo que quieran, pero este tipo de expresiones no me parecen ni artísticas ni agradables. Si la gente quiere verla, que lo haga, porque para eso somos libres; otra cosa es que yo pueda reconocerle un mérito que no encuentro ni necesito encontrar.
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