¡Sudaca de mierda!


Hace 14 años y algo más de 4 meses puse por primera vez un pie en Europa. Sin ser muy consciente entonces de lo que significaba, me convertí en inmigrante. Cambié las raíces que me ataban a la tierra del Maule por un pasaporte emocional lleno de aventuras y sin hueco en sus páginas para nacionalismos mal interpretados. Me separé de mi familia y comencé un camino lejos de toda mi red de seguridad. Aprendí lo que significa empezar de cero varias veces. Desde ese momento, entendí que mi viaje no acabaría nunca. Y no por una cuestión de kilómetros recorridos, sino de desapegos y nuevos comienzos.

Cuando digo que me convertí en inmigrante fue porque comprendí lo que era el racismo, lo que significaba hablar diferente. Tengo la fortuna de haber llegado a un país donde físicamente puedo mimetizarme y con el que compartimos una buena porción cultural. No quiero ni pensar lo que significa poner un pie en un país totalmente ajeno, donde no solo nos separa el idioma, sino también el físico, el color, la religión, etc. ¡Ese viaje sí que debe ser duro de llevar!

Así y todo, me tocó escuchar muchas veces lo de "pásame con un español, sudaca de mierda" y otras sutilezas que hacían referencia a nuestro origen diverso. Desde entonces, he desarrollado una sensibilidad especial con el tema de la inmigración. Y me impacta muchísimo la facilidad con la que olvidamos nuestra condición permanente de inmigrantes. Sobre todo en un país como Chile, donde la llegada de españoles, italianos y alemanes, entre muchas otras, han forjado gran parte de la historia social, cultural y económica. ¿Qué pasa ahora con venezolanos y haitianos que llegan al país? ¿De qué manera amenazan la estabilidad del sistema y las raíces de lo chileno?

El mundo vive ahora mismo una crisis migratoria profunda. Y la causa de esa crisis no es el gran número de personas desplazadas, sino que hay otras dos muchísimo más preocupantes: el origen de la migración y la falta de solidaridad del resto de países, que están generando un problema gordísimo y dejando en evidencia la poca memoria que tenemos. Sobre todo, la falta de humanidad.

Sin ánimo de dar lecciones de historia simplemente porque no tengo el conocimiento, recordemos la gran cantidad de migrantes que llegaron a Estados Unidos y que hicieron de ese lugar un país próspero y una potencia mundial. Qué decir de todas las personas desplazadas en la primera mitad del siglo XX en Europa y quienes tuvieron la oportunidad de comenzar una nueva vida en otras tierras. Y no olvidemos que, según algunos estudios, el futuro económico de Europa depende en gran parte de la llegada de nuevas oleadas de inmigrantes para aportar con su trabajo y esfuerzo al mantenimiento del Estado de Bienestar.

Entiendo que la raíz del problema en Chile es el racismo, e imagino que si la oleada de inmigrantes tuviera su origen en Suecia, Noruega o Finlandia, no habría ningún problema y estarían todos encantados con las "visitas". Y lo digo por experiencia. Hace años, estaba compartiendo mesa con tres personas españolas, una argentina y yo. Mientras hablábamos de la vida, una de ellas cuenta la experiencia que están teniendo en su empresa familiar con una chica sudamericana que ha llegado a trabajar y a la que han tenido que enseñarle los "valores del trabajo y la responsabilidad". Creo que ese día perdí el poco pelo que me quedaba...

A partir de ese momento, nos metimos en una discusión sobre migración que acabó cuando alguien le hizo notar que en la mesa había dos sudamericanos, a lo que ella respondió algo así como: "ya, pero yo hablo de los otros inmigrantes". ¿Otros inmigrantes? Sí, la diferencia está en que ambos éramos blancos. Y eso me hace recordar un comentario que alguien me hizo una vez diciendo que no parecía chileno porque no era "oscuro"... ¡Cuánta ignorancia! La misma que me hizo sentir miedo una vez en el Metro cuando me tocó en el vagón con dos mujeres musulmanas totalmente cubiertas o la que hacía gritar de terror a mi prima la primera vez que vio a una persona negra.

Tenemos que hacer un importante trabajo de reprogramación para dejar de lado esos miedos originados en el desconocimiento. Es mucho más enriquecedor para nosotros mismos y para toda la sociedad estudiar y abrazar la diversidad, que rechazarla y polarizarnos. Si en vez de escondernos y dar la espalda hacemos por entender, acoger y conocer, el mundo sería un lugar totalmente diferente.

Hace pocos días, alguien publicó en Facebook una foto de Rihanna y de Daniel Glover (aka Childish Gambino), cantantes y actores, con el siguiente mensaje: "Estos dos inmigrantes me robaron el celular. Ahora se sacan fotos que llegan a mi correo a través de iCloud. Por favor, difundir". El post se hizo viral y fue compartido más de 16.000 veces y recibió casi 6.000 reacciones en menos de una semana. Incluso, tuvo eco en la prensa internacional.

Desconozco la razón que origina el post, pero ha venido a demostrar el problema social al que no estamos haciendo frente. Primero, la relación de inmigración y delincuencia, que hace más daño que ayuda a la imagen de las personas que llegan a un nuevo país en búsqueda de oportunidades. Segundo, la reacción "solidaria" de quienes comparten una publicación sin pararse a pensar en el origen y las consecuencias del mal uso de las redes sociales. Ese post jugaba no solo con la "lucha contra el delito", sino también apelaba a ese pequeño racista que llevamos dentro. Con ese miedo al diferente. Con esa desconfianza tan útil para la manipulación social.

Debemos comprender que la migración forzosa es muy dolorosa, como para encima encontrarse con un muro. No hace falta que sea arquitectónico como el de Trump, sino que duelen tanto o más el rechazo, la ignorancia y la condena social. Sobre todo, no olvidemos de dónde venimos y no seamos tan soberbios para pensar que nunca estaremos en esa situación. Acoger es la palabra que mejor representa el verdadero espíritu que debería movernos. Acoger y abrazar. No olvidemos que son tan personas como tú y como yo.

No se me ocurre mejor forma de acabar este post que con la publicación de mi admirada Nagú ayer en sus redes: "Extracto de un poema de Warsan Shire, 'Nadie pone a sus hijos en una balsa a menos de que el agua sea más segura que la tierra'. La inmigración es la gran mayoría de las veces no un capricho, ni por gusto o voluntaria, sino el resultado de que como sociedad hemos construido una realidad muy difícil para muchos países. Recibamos con cariño a nuestros inmigrantes y refugiados. El nacionalismo no puede existir cuando estamos todos conectados", un texto que acompañaba la siguiente ilustración:

Sobre todo, no olvides que tú o alguien de tu familia también es inmigrante. Y que tú, quizás en el futuro, también te veas en la obligación de serlo. ¿Te gustaría ver la foto de tu hija, de tu hijo o una en la que aparezcas tú donde se haga alusión a tu condición de ladrón y extranjero? Estoy seguro de que no.

0/Post a Comment/Comments

Artículo Anterior Artículo Siguiente