Hablemos de educación: Finlandia y España

En la discusión sobre el sistema educativo español surge muchas veces la odiosa comparación con Finlandia. ¿Por qué? Pues por una sencilla razón: en Europa son los que llevan la delantera en este ámbito según los resultados de las pruebas comparativas internacionales que, críticas aparte en cuanto a su aplicación y medición, sirven como barómetro a falta de otros métodos cuantitativos y cualitativos entre los países.

Pero veamos cuáles son sus características principales:

1. La ley finlandesa es clara: la ratio de alumnos por clase no puede superar los 24 individuos. Esto se explica por los numerosos estudios internacionales que avalan que, a menor cantidad de estudiantes, mejores resultados académicos y de competencias adquiridas. Esta tendencia es todavía más clara cuando conviven en un mismo espacio alumnos con necesidades educativas especiales (Wikipedia lo define claramente en esta página), donde las diferencias de cada uno pueden sumar a la de los demás, sin apartar a nadie.

El caso de España, contrario a lo que pueda pensarse, no arroja datos alarmantes en cuanto a la ratio de alumnos por clase. Las cifras hasta 2010 muestran en Primaria una ratio menor en la educación pública a la media de los países de la OCDE y la de la Unión Europea. No obstante, en la privada ocurre lo contrario. Y en Secundaria, pese a que la ratio española es levemente menor a la de la OCDE y la UE en la pública, la privada vuelve a superar ambos promedios. Pese a estos datos positivos, actualmente, según denuncian muchos profesores de la educación pública española y los sindicatos del sector, la ratio de alumnos ha aumentado con los últimos recortes asumidos en algunas comunidades autónomas. Esto se explicaría porque, ante la falta de presupuesto, se ha tenido que prescindir de apoyos, auxiliares educativos y desdobles, además de reducir presupuestos en labores de orientación pedagógica, indispensables según muchos estudiosos para mejorar los índices de éxito académico y reducir el abandono y el fracaso escolar (dos datos que en España multiplican a los de otros países de su entorno).

Según Paul Robert, director de un colegio en Francia que hizo un análisis profundo sobre la situación educativa en Finlandia, hay centros en el país nórdico donde trabajan 20 profesores y 7 apoyos educativos solo para 250 alumnos. De igual manera, el texto de Robert dice lo siguiente: "El número de adultos allí es el suficiente para garantizar una estrecha relación con cada niño. Tres auxiliares de pre-escolar más un ayudante (labores pedagógicas de higiene personal) para cada grupo de 12 niños de entre 1 y 3 años; 2 profesores calificados, un auxiliar de pre-escolar y un asistente para un grupo de 21 niños de edades entre 3 y 6 años" (Página 18).

Los datos anteriores son claros ejemplos de una política gubernamental que apuesta por una educación de excelencia y que se confirma en la profundización de otros puntos, como veremos más adelante.

2. La transversalidad de la educación. El estiramiento conceptual de esta idea sirve para graficar que el proceso educativo no se considera única y exclusivamente como competencia de la labor docente en los centros escolares, sino que afecta a toda la sociedad en su conjunto, ya desde la responsabilidad del Gobierno como de las propias familias.

El concepto, revolucionario para lo que ocurre en otros países, es muy interesante, porque permite una mejor respuesta multilateral hacia el alumnado y una corresponsabilidad por parte de los distintos actores, que seguramente repercute en la posibilidad de decisiones constructivas que permiten mayor eficacia en la puesta en marcha de iniciativas de mejora en el sector educativo.

Una pequeña prueba de esto es la política que Finlandia tiene en cuanto al desarrollo de la comprensión lectora y la facilitación de espacios para ello. Javier Melgarejo, director del colegio Claret (Barcelona), licenciado en Psicología y doctor en Pedagogía, escribe en el artículo La selección y formación del profesorado: clave para comprender el excelente nivel de competencia lectora de los alumnos finlandeses, da una idea de cómo se plantea esta premisa en ese país: "Una de las variables importantes en este subsistema es el decidido apoyo por parte del Estado mediante una red de bibliotecas bien dotadas, conectadas entre ellas, con un personal muy cualificado y con una política de total libre acceso a los bienes culturales del país. Hay más de 1.900 bibliotecas públicas en el país, y 250 autobuses bibliotecas. El número de volúmenes por 1.000 habitantes es el mayor del mundo: 7.226 (cuatro veces más que España)" (Página 248).

Melgarejo continúa con otras políticas nacionales y municipales sobre ayudas, subvenciones, promoción cultural y otros principios como el aprendizaje de otras lenguas (principalmente del inglés) no solo en el entorno escolar, sino desde la televisión pública con medidas tan simples como evitar el subtitulado o el doblaje, para que los menores se vean en la "obligación" de aprender y acostumbrar el oído a otros sonidos lingüísticos que no son los propios

3. Otra de las inestimables fuerzas que permiten a Finlandia liderar casi todos los informes comparativos en el ámbito de la educación es la calidad y excelencia docentes. Pero ¿cómo lo han logrado? La respuesta es simple, aunque difícil de llevar a la práctica sin un cambio sociocultural profundo y necesario en España y en muchos otros países. Este punto lo vamos a abordar desde dos puntos de vista: la carrera universitaria y la figura del docente dentro de la sociedad.

a) La carrera universitaria. Víctor Ruiz describe, en el artículo Fracaso escolar en España: Finlandia, el modelo a imitar, cómo funciona en Finlandia. "La buena formación técnica y humana de los profesores garantiza unos excelentes resultados. Para dar clases se les exige una titulación universitaria de carácter superior. Ser maestro de Primaria requiere 6 años de carrera universitaria. Además, el hecho diferencial básico con respecto a otros países es que un profesor finlandés debe tener una formación dirigida, no solo a poseer unos perfectos conocimientos de la materia que imparten, sino también a ser unos expertos en Pedagogía. De hecho, en Finlandia los profesores son considerados como los profesionales más importantes de la sociedad".

En un artículo publicado en El Faro de Vigo en enero de 2011, se daba una cifra que dejaba muy claro el elevado nivel de excelencia de la carrera de profesor en Finlandia, una situación muy diferente de lo que ocurre en España: de todos quienes postularon a las carreras de pedagogía, solo un 11% consiguieron acceder a ellas.

Paul Robert también se refiere a este tema y da una idea todavía más precisa de lo que significa la preparación de los futuros maestros y profesores en Finlandia. "Todos los profesores deben ser titulares de una maestría (maestría en ciencias de la educación para los «class teachers», maestría en una disciplina para los «subject teachers»), la que será complementada, como ya lo hemos dicho, con estudios de pedagogía. Así, desde el jardín de niños hasta el liceo, los alumnos tendrán delante profesores altamente calificados".

En España, en medio de la discusión sobre la necesidad de cambiar el acceso a la función docente (aunque ella se centre principalmente en el período de prácticas más que en cambios fundamentales de la estructura académica y de contenidos de la carrera universitaria), el Magisterio dura solo tres años, la mitad del tiempo que en Finlandia.

b) La figura del profesor. Tal como se mencionaba más arriba en el texto de Víctor Ruiz, el profesor es considerado un eje fundamental en la sociedad finlandesa. Si bien su preparación previa ya le otorga un rango superior en lo académico, desde la propia política educativa nacional se apuesta por una confianza en su vocación y sus conocimientos, cediendo gran parte de los criterios de selección e impartición de contenidos a los centros y a los propios docentes. Es imposible entender tal éxito sin tener en cuenta la importancia de la figura del profesor en todo el proceso.

Como sabemos, en España la figura del profesor todavía se asume en muchos círculos como un mero transmisor de contenidos, prescindible la mayoría de las veces. Esto también se ve reflejado en los ingresos. Si recurrimos a las cifras, el sueldo de un profesor en Finlandia prácticamente dobla la cifra que obtienen los profesionaes españoles: según Víctor Ruiz, en España el sueldo puede alcanzar unos 1.800 euros, mientras que en Finlandia supera los 3.400 euros al mes.

4. Podríamos seguir enumerando muchos ítems para comparar ambos sistemas educativos y sus logros (cantidad de horas lectivas por profesor, horas de clase anuales, contenidos pedagógicos, líneas académicas, inclusividad y equidad, etc.), pero para cerrar este artículo vamos a recurrir al gasto público en educación.

Según cifras de 2001, Finlandia destinó un 6,25% del PIB a la educación, mientras que España solo invirtió el 4,42%. Si tenemos en consideración las cifras absolutas del Producto Interior Bruto de ambos países, a simple vista parece que España lleva una importante delantera. Pero la mejor forma de comprender las diferencias entre ambos, es atendiendo a la cantidad de población estudiantil que cada uno albergaba en las aulas hace 10 años.

Si se analizan los datos del Cuadro 1 (obtenidos de cifras absolutas y únicamente teniendo en cuenta los totales, sin hacer distinción de alumnado de centros públicos y privados) los resultados son muy claros: Finlandia invierte el doble de dinero por cada estudiante.

Cuadro 1


PIB (2001) * % del PIB invertido en Educación PIB destinado a Educación (en dólares) Total Población estudiantil Gasto por alumno (en dólares)
España 609.107.829.978 4,42% 26.922.566.085,03 5.688.485 4.732,81
Finlandia 124.561.968.680 6,25% 7.785.123.042,50 892.032 8.727,40

Datos obtenidos de la web del Banco Mundial (http://datos.bancomundial.org).

* El PIB está en dólares y con la conversión al cambio actual.


Si vamos un poco más allá, y tomamos la proporción que cada país destina a educación por cada millón de estudiantes, Finlandia invierte 10 veces más del PIB que España, lo que en parte explicaría las notorias diferencias de los resultados entre ambos. Pero como en toda comparación, no se pueden tener en cuenta solo los números, y por eso antes se expusieron una serie de datos sociales, culturales, académicos y políticos para entender la magnitud de la distancia que separa a ambos países en materia educativa.

Es evidente que España necesita un cambio de estrategia en educación, pero todo lo anterior confirma que no solo es necesaria una reorganización del gasto, sino también una mayor inversión, teniendo en cuenta los factores diferenciadores en cuanto a calidad de los resultados que, si bien dependen del apoyo económico y del dinero que se destina al ámbito educativo, también se requieren otras reformas urgentes: el modelo de selección y preparación del profesorado, la autoridad docente, el liderazgo de la dirección de los centros, los apoyos educativos en el aula, la vehiculación de otras lenguas en los procesos de enseñanza (bilingüismo o plurilingüismo, atendiendo a la variedad idiomática y las lenguas minoritarias), la participación de las familias en los centros y muchas otras que se discuten actualmente, pero que no parecen llegar a buen puerto.

Si tenemos en cuenta el inicio del actual curso escolar frente a este análisis, las reivindicaciones de los profesores de la educación pública no apuntan simplemente a la consecución de más dinero o de menos carga laboral, sino a que los aspectos mencionados en el párrafo anterior van directamente ligados a ello: si hay recortes o se aumentan las horas lectivas del profesorado, además de prescindir de otras figuras profesionales y especializadas, es evidente que el índice de calidad que se puede ofrecer será menor. Por lo tanto, resulta difícil discutir que la "reorganización de los recursos" (eufemismo utilizado para referirse a los recortes en las partidas presupuestarias puestos en marcha en algunas comunidades autónomas) sea la respuesta necesaria para cambiar la tendencia de la educación y mejorar los índices no solo en los resultados de las mediciones internacionales, sino también en abandono y fracaso escolar, dos cifras que España no podrá cumplir dentro de la Unión Europea y la OCDE en los plazos fijados de no cambiar la actual situación.

El desafío es importante, lo que implica una respuesta a la altura. Lamentablemente, y tal como se presenta el panorama político desde las elecciones autonómicas de mayo, no parece que se vayan a solucionar las cosas en la próxima legislatura y, probablemente, los resultados sigan empeorando si no se aumenta el gasto en educación pública y se mejora la gestión de los recursos.

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  1. Anónimo16:43

    Muuuuuy laaaaaaargo solo leí el título, pero si lo escribiste tú tiene que ser MARAVILLOSO

    Mamá

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