La revolución en la calle (I)

Se habla de revolución silenciosa o pacífica. Sí, lo es. Pero también es todo lo contrario.

La solidez de los participantes; el inmenso apoyo que están teniendo, no solo en la Puerta del Sol, sino en muchas otras ciudades españolas y del mundo; y la fuerza del movimiento que se extiende progresivamente, lo convierten en una revolución intensa y muy significativa.

Apolítica tampoco es. Si entendemos política como el ejercicio del poder, sabremos que es justamente eso lo que están mostrando: poderío. Apartidista sería el apelativo que mejor la define. Y lo que puedan conseguir está todavía por verse. Las elecciones de mañana probablemente no muestren un inmediato efecto a golpe de voto o, al menos, no sorpresas electorales. Pero dejará un regusto amargo en muchos de los que podrían asumir o renovar sus cargos. El antiguamente manso rebaño ha demostrado que puede hacer mucho más que seguir ciegamente a los pastores.

El movimiento únicamente hace un llamado de atención sobre un sistema quebrado, poco representativo, sumido entre las cuotas de poder de los dos grandes partidos. Ninguno de ellos, elegidos para trabajar por los ciudadanos, ha sabido responder a sus responsabilidades: el paro aumenta, la salud y la educación se privatizan, los jóvenes tenemos cada vez menos oportunidades (todavía me siento joven) y nada se hace para revertirlo. Para peor, se anuncian recortes en casi todo: docentes, ayudas, becas, derechos, etc. ¿Hacia dónde vamos?

Me gusta verlo. Me siento honrado de presenciarlo. La solución no está en la violencia, sino en la contundencia, en la seriedad, en la fortaleza. Y eso es lo que han demostrado estos días, además de valor, templanza y coherencia. Esto sí que es ofrecer una jornada de reflexión. Quizás es el momento de pensar con altura de miras y tomar una decisión.

Me pregunto, ahora mismo, qué pasaría si hubiese un alto porcentaje de votos nulos (no blancos, que son fácilmente manipulables). ¿Alguien tendría la dignidad de no asumir su cargo siendo elegido con una alta abstención? ¿Quién se atrevería a dar el primer paso hacia adelante? Reflexionemos...

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