Roma (Crónica de viaje - día 6)


El último día en Roma comenzó temprano porque teníamos que desocupar el piso cerca de las 9:30 - 10:00 de la mañana. Ducha, desayuno y recoger lo que quedaba por ahí suelto. Llegó la mujer, otra distinta a la que nos recibió, revisó todo, nos devolvió la fianza y emprendimos el camino hacia la estación de Termini. Como tiempo hasta la hora del vuelo nos sobraba, fuimos caminando tranquilamente, rodeando la piazza Vittorio Emanuele y mirando en todas las tiendas que había por la zona.

Encontramos un mercado típico, pero como íbamos con maletas y mochilas decidimos que no era el mejor momento para entrar y guardamos el dato para el siguiente viaje. Una vez en Termini, fue muy fácil llegar hasta el tren que nos llevaría a Fiumicino. Esta vez sí validamos el billete y, menos mal, porque al poco de empezar a moverse el tren vino el revisor. Es curioso lo que ocurre en todo el transporte público en la "superficie": nadie controla si validas el billete o pagas. En toda la semana yo lo hice una vez y vi a otra persona hacerlo una única vez. Claro que dicen que si te pilla un revisor, la multa no es menor...

Ya en Fiumicino, no nos quedó más que hacer tiempo recorriendo las tiendas, las cafeterías y saliendo y entrando del aeropuerto para echar los últimos cigarros del viaje en suelo italiano. El vuelo de vuelta salió a tiempo, fue tranquilo -pequeñas turbulencias mediante- y aterrizamos en Madrid a la hora prevista.

De regreso a casa, sólo quedaba ponerse a descargar las fotos, a guardar el queso y comenzar con la depresión post vacacional. La vuelta a la realidad siempre es muy dura. Una vez hecho este proceso, lo mejor es sentarse a escribir porque permite recordar muchas cosas del viaje, revivir los buenos momentos y disfrutar -al menos el que escribe- con las historias vividas y los lugares visitados.

Hasta el próximo viaje. Destino: Budapest.

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