Internet no ha muerto: el futuro es on-line

En pleno año 2011, todavía hay muchos que dudan de la capacidad de Internet como unidad de negocio. Cientos y miles de empresas no ven con buenos ojos su aparición en la red, temiendo los más grandes desastres, anunciando apocalípticos cambios y despreciando la potencialidad de su presencia on-line.

Y no hablo de cualquier empresa. El caso más cercano es de dos que están ligadas a medios de comunicación. Es decir, las que deberían llevar la voz cantante en todo el proceso. Pero no. Se le teme a Internet como a la peor de las enfermedades. Se anuncian cambios impredecibles, espantosos, nefastos, purulentos: la pérdida de clientes, de credibilidad, futuros conflictos con las versiones en papel, etc.

No digo que no pueda ocurrir, pero todo dependerá de los productos que se ofrezcan. Ya sé que estoy un poco pesado con el tema Kindle, pero es alucinante que los periódicos españoles estén dispuestos a cobrar 20 dólares mensuales por algo que los usuarios califican como un engaño: una versión reducida y muy limitada de la publicación papel. Eso, claramente, es un mal negocio. Pero un buen producto, interesante desde muchos puntos de vista y a un precio razonable, acaba por encontrar su nicho. Más aún cuando el mercado es emergente...

Volviendo al tema. Miremos el cuadro a la izquierda y alucinemos con las cifras invertidas en 2010. La penetración de las redes sociales han revolucionado los mercados, provocando que la publicidad a través de ellas se multiplique de forma infinita. Mucho se habla de la Web 2.0, aquella en la que el usuario se ha convertido en un experto, en consejero, en cazador de tendencias y en muchas otras cosas.

Hace poco leía sobre la capacidad de influencia de los foros y de los internautas en las curvas de demanda de ciertos productos. Una multimillonaria campaña puede quedar en nada si la valoración on-line de los usuarios no es buena. Muchos, actualmente, consultan en Internet antes de realizar una compra, elegir el próximo destino de vacaciones o ir a algún restaurante. Pero eso no se tiene en cuenta en muchas empresas que, por desconocimiento o ignorancia, no son capaces de asumir como parte de su propia realidad.

Para "ser alguien" en Internet hay que invertir. Se acabó el tiempo de la mediocridad y las páginas no son en blanco y negro hace muchos años. Un buen proyecto está pensado, estudiado, analizado; se ha trabajado duramente en él para gestarlo, se le ha nutrido correctamente. No vale una página hecha por un pariente y un contenido firmado por nadie. Es momento de dar valor al contenido, a la forma, al diseño y, sobre todo, al público. Si no se piensa en los usuarios, la idea será un fracaso en la práctica.

Lo mismo ocurre con los blogs y las redes sociales. No basta sólo con tener una bitácora con el nombre de la empresa o un perfil en Facebook, Twitter y Tuenti. No, necesitan una campaña perfectamente ideada y precisamente construida para que la inversión tenga sentido y, mejor aún, retorno económico. No en el corto plazo, pero sí pensando en un futuro que, todavía, nos es absolutamente desconocido y hacia el cual vamos de forma inevitable. Sólo tenemos una certeza: ese futuro es on-line y quien no esté dispuesto a subirse a ese tren, estará perdido.

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