¿El siglo del terror?

Llevo unos días completamente sumido en el ostracismo debido a mis exámenes de la próxima semana. Pese a ello, no dejo de pensar en las muchas cosas que tengo, quiero, debo, necesito escribir en mi blog para aliviar mi "sistema".

Hace un par de días, en una de las series que veo, se desató una discusión sobre la imperiosa necesidad de revisar las mochilas de nuestros hijos de forma aleatoria y sorpresiva, para evitar incidentes como los que se han producido en algunas escuelas donde jóvenes estudiantes han muerto en las manos de otros por disparos, bombas o armas blancas. El centro del problema radicaba en el rol que los padres tienen en la educación de sus hijos, la comunicación que existe entre ellos y la paranoia en la que actualmente vivimos.

Uno de los padres que participaba en la discusión decía que, si bien podía confiar en sus hijos, no podía hacerlo con los demás, porque no les conocía ni sabía de lo que eran capaces. Por lo tanto, veía en esas revisiones sorpresivas la única salida a los problemas de "seguridad" en los centros escolares, cosa que era criticada por otros que hablaban de la libertad y los derechos individuales.

¿Por qué me llama la atención todo esto? Simplemente porque es extrapolable a todas las actitudes enfermizas que estamos teniendo que, si bien buscan una mayor sensación de seguridad, finalmente atentan contra otros principios o valores como la dignidad, el respeto, la libertad, la presunción de inocencia, por mencionar algunos. Y no contento con esto, llevo varios días estudiando las bases de la Ciencia Política y los valores de la democracia como sistema, lo que también se relaciona fuertemente con esta discusión.

No voy a entrar a filosofar sobre los valores democráticos, que eso ya es materia para otra discusión, pero sí recurriré a una breve cita de un autor que, creo, resume de manera perfecta lo que ha ocurrido en lo que llevamos del siglo XXI, que pienso podría ser bautizado ya como el Siglo del Terror. No sólo por los enormes atentandos terroristas que hemos sufrido, sino por el paralizante miedo que nos atrapa y no nos permite ver más allá de lo que se nos quiere mostrar.

"Hasta ahora, la información ha sido manipulada; los medios de comunicación han colaborado con la desinformación del público; los jueces han sido excesivamente deferentes con los gobiernos; los parlamentos han carecido de coraje; los gobiernos han recortado las libertades de minorías y extranjeros indefensos, y el público ha seguido la corriente". Como resultado, señala el autor, "tenemos leyes que proporcionan a la polícía poderes que no necesita, opiniones públicas que apoyan medidas que no contribuyen a su seguridad y servicios secretos que se toman la justicia por su mano". (Michael Ignatieff, "El mal menor", 2005).

¿Vivimos un régimen del terror disfrazado de democracia liberal o bajo una democracia liberal que se disfraza de régimen del terror? ¿Hasta dónde puede llegar nuestra paranoia y nuestra cesión de libertades por la seguridad nacional? La respuesta es otra profunda discusión relacionada con el valor de la libertad y la equidad, centrándolas en el individuo o en la sociedad, pero creo que la dejaré para otro momento.

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