"Los mundos" - Sesión 32 Taller Literario

El mundo no es redondo, porque creo que hay muchas cosas que comienzan y no acaban. La idea de circularidad siempre me ha llevado a pensar que todo tiene un principio y un final, casi como la concepción cronológica del mito del eterno retorno: el fin de algo inevitablemente genera el principio de algo.

Pero así como el tiempo es una paradoja –tan concreto, pero tan irresistiblemente subjetivo-, la circularidad del mundo no puede ser una máxima indiscutible, ni menos su extensión, su área de influencia o su energía.

Más allá de la idea de que la tierra es redonda, creo que nuestro mundo tiene formas distintas: plano y breve, para aquellos ciegos que sólo están dispuestos a ver su mundo y se maravillan o se espantan ante otras realidades, quedándose como mudos y melancólicos testigos ante lo que consideran anormal, irreal o erróneo. Generalmente son personas que creen ser dueños de una verdad única e irrevocable. Ciegos ellos. También lo encontramos en una forma cónica, para aquellos que aprendieron a salir de su estrechez y han encontrado que el mundo es infinito, en el que siempre se abrirán nuevas opciones para vivirlo, disfrutarlo y conocerlo.

Así, las formas son muchas y muy personales. No hay un mundo mejor que otro, porque cada cual tiene el suyo propio. Sí es verdad que, filosóficamente, podría ser mejor un mundo amplio, extenso, diverso e impredecible, porque esas experiencias nuevas permitirían al individuo alcanzar nuevas cotas de conocimiento, de sabiduría, de respeto, de esperanza.

Prefiero pensar que el mundo es un infinito, una creación arbitraria y libre de lo que yo configuro como tal. Anais Nin ya lo decía: “el mundo es una creación subjetiva”. Y a eso tenemos que atenernos. Si limitamos desde la base las fronteras o intentamos configurar la realidad desde un punto de vista concreto, esos muros no nos dejarán cruzar más allá y no veremos más que un micromundo, que pese a sus limitaciones, no dejará de ser válido para quien viva en él.

¿Contradicción inevitable? Sí y no. Es contradictorio pensar que todos los mundos tienen igual valor, porque automáticamente entramos en odiosas comparaciones. Un aventurero, un filántropo, una misionera o una investigadora médica no tienen mundos más valiosos que el de un parado, un ama de casa o un bebé que aprende a caminar. Pero quizás sí. No necesariamente las extensiones físicas harán que tu mundo sea más grande. Quizás mucho has estudiado y mucho quieres aprender aún, pero si en esos viajes que hiciste no has sido capaz de abrir los ojos para ver los distintos mundos que viajaron contigo, los kilómetros recorridos no han sido más que un desperdicio.

Y peor todavía. Si no has sido capaz de reconocer la diversidad de culturas, de creencias, de valores, de verdades o de expresiones de amor a través de las personas con las que has puesto en común una parte o el todo de tu mundo, el viaje no te ha llevado a ningún sitio. Todos hemos escuchado a Kaváfis y el viaje a Ítaca, donde recomienda las vivencias, las experiencias, los golpes, los aromas, los obstáculos y el placer, para hacer de nuestro recorrido todo un aprendizaje.

No obstante, en la actualidad tenemos un enorme problema: no nos interesa, en general, el mundo de los demás y sólo queremos preservar el nuestro. No nos arriesgamos, vivimos con miedos. Tememos a lestrigones y a cíclopes, incluso al feroz Poseidón. Tememos al amor, al dolor, a las heridas, a la vida misma. Pero, sobre todo, tememos a los demás, a nuestros posibles compañeros de viaje. Ya lo resume maravillosamente Hannah Arendt: “¿cómo es posible vivir en el mundo, amar al prójimo, si el prójimo –o incluso tú mismo- no acepta quien eres?

Me deja sin palabras. Me cuesta seguir ante este desamparo individualista. Todavía quiero creer que puedo compartir el mundo con alguien, con muchos espero. No descansaré, cogeré mis lágrimas derramadas, el amor recibido, los brazos reconfortantes y los sabrosos besos, cerraré una puerta de mi mundo y abriré una gran ventana por la que continuaré mi hermoso viaje.

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  1. Gracias.
    Siempre.
    Por tanto.
    Besos...

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  2. Anónimo21:53

    lo mas importante es que tu mundo no sea cerrado solo a ti, sino que tenga otros pequeños munditos que sean importantes pero no limitantes.Dicen que cada persona es un mundo, pero creo en el compartir y recibir.A lo mejor no en GRANDE , pero si en lo suficiente para servir a otros.
    Mamá

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