Sólo son 800 millones de euros, nada más


Prácticamente todos los días la prensa nos sorprende con alguna noticia insólita. Esta mañana, una de las primeras cosas que pude leer en el diario era que se habían malgastado los fondos de la ayuda otorgada a las víctimas del huracán Katrina. Bueno, no todos el dinero, sino una pequeña parte correspondiente a 800 millones de euros (mil millones de dólares), algo así como el 16% del total asignado.


Y no es que se hubieran malgastado en proyectos inviables o en ayuda poco efectiva, sino que en joyas, viajes, pornografía, tramitaciones de divorcio y en una operación de cambio de sexo. ¿Pero dónde vamos a parar? Y además, la encargada de la "eficiente" oficina a cargo de distribuir esos fondos de ayuda, dice que porqué nos fijamos en esas pequeñeces sin tener en cuenta todo el dinero que se ha entregado a las víctimas. "Las cifras no son importantes porque sólo "representan una fracción del total de la asistencia que se brindó", dijo Donna Dannels. Aún más alucinante resulta que Bush defienda la existencia de esta entidad y su adecuado funcionamiento.


En fin, lo que ha dicho esta mujer, la encargada, me recuerda a una discusión que he mantenido en reiteradas ocasiones en mi vida con distintas personas. Todos hemos escuchado, muchas veces, que alguien comenta que se ha robado un chocolate del supermercado, un set de pilas o algo así, "sin importancia", y que se justifican diciendo: "si el supermercado me roba a mí poniendo esos precios, yo le robo a ellos estas pilas y quedamos a mano" (o dichos por el estilo). Y vuelvo a mi eterno argumento: Si yo accedo a comprar en ese supermercado, asumo las consecuencias y me hago responsable de ese "robo" que sufro por los precios.


Y es que robar un chicle o un coche es lo mismo. No hay atenuantes. El delito (pecado, acción errónea, acto deshonesto o como queramos llamarle) es el mismo: ROBAR. En ninguna parte se dice que la calidad, cantidad o valía del producto pueda ser un atenuante. Que llame más o menos la atención según si el objeto robado es un diamante o una piedra de río, es una deformación a la que hemos llegado. Pero el hecho en sí es exactamente igual.


Lo mismo en el caso de la mujer del Katrina. Me da igual que se haya prestado una ayuda multimillonaria a las víctimas, si en el camino se han malgastado los pocos privilegiados la friolera de 800 millones de euros. Ya no hay pero que valga. El delito se ha cometido y, puestos a pensar, cualquier persona puede creer que los 20 euros que ha dado para beneficio de los damnificados por el huracán, han terminado en una botella de champagne o en apuestas en una sala de juegos.
Como para que después digan que la gente ya no se muestra proclive a la beneficencia.

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