En el limbo...

Ésta ha sido una semana de intensidades: intenso trabajo, intenso descanso, intensas emociones, intensas intrigas, intensos cuestionamientos. De todas formas, todo gira en el ámbito laboral, no crean que mi vida se ha transformado en una novela de Corín Tellado. Por suerte, mi existencia sigue siendo apacible y tranquila.
De entrada, esta semana cambiaron a una de las jefas, así, sín aviso previo. Nada más comenzar la jornada del martes, me encuentro con la noticia. Y la afectada, pues de vacaciones. De ahí en adelante, mucho trabajo, presentaciones, tareas varias y darle un nuevo giro al trabajo. Curioso es que, además, esta semana hubo más trabajo que nunca. Mil cosas pendientes, otras tantas que resolver de manera inmediata. Y claro está, todo acompañado de los comentarios bajo superficie que van de la mano con cualquier cambio o novedad: aprender a cuidarse de los "soplones", conocer al "nuevo", tantear terreno y otras hierbas.
Cuando la semana parecía tomar su ritmo, vienes las conversaciones previas a futuros cambios: que si te acomoda más este horario, que si podría haber un ascenso, que no hay nada claro aún, que después de las vacaciones hablamos, etc. Como dando a entender algo que aún no descifro, pero que sospecho, pero sin asegurar nada. Esas etapas de la vida en que estás en el limbo y no sabes hacia donde irá el camino.
Lo mejor es andar y dejarse llevar por la inercia, desconectar de los distractores y enfocarse en el objetivo. Tarea nada fácil cuando tu cabeza gira a mil por hora y esas neuronas inquietas están listas para no dejarte descansar.
Sólo cinco días, luego el merecido descanso después de un año de arduo trabajo e intentar que la cosecha sea muy productiva. Ya veremos lo que trae el otoño.

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